La industria de tecnología y las naciones de América Latina deben innovar e invertir para provocar el desarrollo económico y resolver los desafíos globales, conjugando identidad, talento y voluntad política.
Como Craig Barret ha sostenido en el pasado ”la innovación es la médula espinal de la economía moderna” y las inversiones en tecnología de la información y las comunicaciones (TIC) son vitales para asegurar la prosperidad económica en un mundo que atraviesa una transformación digital, única en la historia de la humanidad, particularmente en América Latina.
Hay dos hitos a tener en cuenta para competir en lo que hoy conocemos como economía del conocimiento.
• Democratizar el conocimiento que producen las personas inteligentes e invertir de manera decidida para volcar todo ese conocimiento en la mayor parte de la población.
• Crear un ámbito de inversión para que el talento humano se desarrolle, generando nuevas ideas, que mejores la productividad de la región y mejore la vida de las personas.
El desarrollo de estas etapas en América Latina debe estimular el crecimiento económico para la producción de mercancías con mayor valor agregado, la creación de empleo y oportunidades concretas en un mundo comercialmente hostil para las naciones que se sostienen sobre la producción de commodities.
Los gobiernos deben ingresar de lleno en las nuevas tecnologías, acortar el camino entre las industrias y las universidades y generar un ámbito desafiante en donde el talento de los individuos sea el centro motor de cada nación.