En la era de la computación cuántica China mantiene su propio ritmo pues ve en esta IV Revolución Industrial su posibilidad de tomar la delantera.
Y no es que esta nación no haya tenido momentos de grandeza tecnológica en su historia. Pero su aislamiento geográfico lo mantuvo lejos de marcar tendencias con sus logros e, incluso, de ser reconocidos como tales aunque llegaron a nuestras culturas mucho tiempo después.
La situación de hoy es completamente distinta: China es una potencia y lo sabe. Tecnológicamente tiene logros propios importantes y, al parecer, la computación cuántica podría ser la joya de su corona.
De hecho, China ya tiene el supercomputador más rápido del mundo, desplazando a quien tuvo casi un siglo en el sitial de la ciencia computacional: Estados Unidos quien, por cierro, aprobó el más bajo presupuesto de su historia para el área de tecnología en una de las muestras más claras de la cortedad de miras de la “Era Trump”.
No es de extrañar entonces que, al contar ya con un supercomputadora, el gigante asiático también construyó ya un computador cuántico aunque aún no queda claro si también supera los logros en computación cuántica que tienen ya los sistemas propios de compañías como IBM y D-Wave.
Lejos de la igualdad
Y, para mantener el “misterios” en torno a la computación cuántica, el sistema que se está desarrollando en China para lograr estos progresos y diferente a las propuestas occidentales.
La arquitectura china permite el muestreo de cinco fotones, una mejora significativa respecto a los experimentos anteriores, que involucran la obtención de fotones únicos y que puede ser hasta 24.000 veces más rápida, según varios expertos.
El arsenal tecnológico del país está creciendo muy rápidamente. Ya en 2014 el Gobierno aprobó un presupuesto de US$150.000 millones para el desarrollo de semiconductores.
Esta jugada sentó muy mal a los Estados Unidos: con miedo a que los chips de bajo costo colapsen la industria, acusaron al país de manipular el mercado. ¿Se dará cuenta la actual administración de como sus actuales errores impulsan los logros del rival? ¿O aún es muy pronto para que lo note, de verdad?