El próximo 27 de febrero se cumplen cinco años de una de las tragedias más devastadoras para Chile, cuando un terremoto y posterior tsunami arrasaron las costas chilenas llevándose viviendas y dejando centenares de víctimas fatales. El concepto de las tecnologías para misión crítica cobró mayor relevancia y quedó en evidencia la necesidad de contar con sistemas de comunicación interoperables y resistentes a cualquier desastre. Pasado este tiempo, resulta inevitable reflexionar y, sobre todo, valorar la preparación con la que contamos hoy en día para enfrentar una catástrofe de estas magnitudes.
Inundaciones, terremotos, tsunamis y otros fenómenos naturales causan miles de pérdidas humanas y materiales. Ningún país es ajeno a este tipo de desastres. Si bien es cierto que no se pueden impedir, mucho se puede hacer para que el impacto sea menor o poder manejar una situación de emergencia de manera eficiente y coordinada.
En este sentido, las comunicaciones para misión crítica permiten dar una respuesta efectiva a la emergencia. Las claves del éxito de esta tecnología residen en contar con sistemas exclusivos para los cuerpos implicados en el rescate, interoperabilidad entre distintos organismos, coordinación permanente, robustez de las redes y autonomía ante fallas del sistema eléctrico.
Pongamos un ejemplo de cómo resultaría un rescate si contásemos con sistemas de comunicaciones de punta, interconectados y efectivos. Tras producirse un terremoto devastador, las policías contarían con sitios de repetición con generadores que se activarían automáticamente al cortarse la electricidad. A través de radios digitales, los cuerpos se contactarían para establecer el plan de acción; la red LTE y la aplicación de GPS en las radios permitirían localizar a policías, bomberos y ambulancias para distribuirlos según cercanía y disponibilidad. Los agentes recibirían un mapa con la ubicación de la zona e imágenes de la misma y llegarían en menos tiempo y con el equipo necesario, además, la amplia cobertura permitiría hablar a través de las radios con claridad a lo largo del operativo. Por otra parte, los bomberos ingresarían a la base de datos y desde sus tablets la cantidad de heridos que requieren asistencia médica y la gravedad de su estado. La información provista al sistema compartido por las policías permitiría al comando central enviar ambulancias con el equipo apropiado. Asimismo, el personal de campo podría establecer un registro de los evacuados a través de un dispositivo que leería las huellas digitales. En definitiva, frente a cualquier emergencia, dicha tecnología permitiría que las fuerzas de seguridad pudieran brindar una respuesta efectiva basada en la información y en los esfuerzos coordinados.
En este último tiempo se han desarrollado soluciones especializadas de comunicaciones donde la tecnología no puede fallar, ya que de ella depende, en parte, la seguridad de una población. Los desastres naturales ejercen una demanda extraordinaria sobre las redes de comunicaciones, ya que todos los cuerpos debieran trabajan conjuntamente, mientras que los organismos gubernamentales deben coordinar sus tareas con las fuerzas locales.
Frente a estas demandas, valoramos de forma positiva el hecho de que hoy en Chile podamos contar con la reserva de 20 MHz para comunicaciones de emergencia y seguridad pública para atender las necesidades de protección pública y socorro en caso de catástrofe o emergencia. La seguridad pública requería un espectro exclusivo para manejar la demanda creciente de tráfico de llamadas o información clave en situaciones de emergencia y socorro en casos de desastre. Con este nuevo horizonte, Chile tiene una excelente oportunidad para generar un modelo eficiente y efectivo de manejo de emergencias. El país tiene características únicas en cuanto al estándar elegido por sus organismos de seguridad y emergencias para tener una red de comunicaciones nacional, única a nivel mundial.
Alberto Valdivieso, Gerente General de Motorola Solutions Chile