Últimamente pareciera que la brecha entre el Chief Information Officer (CIO) y el Chief Executive Officer (CEO) se acorta cada vez más. Para construir ventajas estratégicas dentro de una compañía, es necesario utilizar información y tecnología para crear nuevas fuentes de ingresos, lo que significa que el trabajo del responsable del negocio de la empresa se ha vuelto cada vez más alcanzable para un director de tecnología.
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Los ejemplos son claros. En julio de este año el CIO de Burger King, Raj Rawal se convirtió en CEO de Fresh Diet, mientras que Guy Chiarello, ex CIO de JPMorgan Chase se convirtió en presidente de First Data. La director de tecnología de Cisco, Rebeca Jacoby es una de las principales opciones para convertirse en la directora general de la compañía.
Este ascenso no es algo que suceda de la noche a la mañana y es necesario comenzar a hacer todo lo posible en cuanto a habilidades y responsabilidades si el CIO de hoy en día quiere dar el siguiente paso para convertirse en un CEO el día de mañana.
Existen muchos tipos de negocios que requieren el liderazgo de alguien que cuente con experiencia en el mundo de la tecnología, pero esto no significa que cualquier director de tecnología esté calificado para dar el salto para ser el nuevo responsable de la compañía. Muchos factores entran en juego a la hora de pasar de un puesto a otro. Algo que hay que tomar en cuenta es la presión de los beneficios y ganancias.
Es importante contar con características y habilidades de management, además de contar con una visión empresarial completa y responsable. Cada día que pasa en la vida de un director general es vital para asegurar el futuro de la empresa, por lo que es necesario aprender a actuar rápida y efectivamente.
Las decisiones tomadas por un CIO suelen ser muy distintas a las de un CEO. Como responsable del área de tecnología, hay que tomar en cuenta los costos necesarios para mejorar la fuerza de trabajo, generando nuevos empleos y atrayendo más clientes. Para el número 1 de la compañía es necesario tomar decisiones que podrían ser mucho más grandes, como llevar a cabo tratos multimillonarios.
La diferencia principal podría ser que el director de tecnología suele lidiar con asuntos internos de una compañía, como la manera en la que los sistemas funcionan, cómo se instala la tecnología y la manera en la que se analiza la información, mientras que el director ejecutivo debe lidiar con el mundo exterior y el futuro de la empresa. Hay que prestar atención a materias gubernamentales, económicas y relaciones exteriores. Es necesario aprender a pensar con décadas de anticipación; no sólo meses o años, sin dejar pasar oportunidades valiosas pero reconociendo las que no sirven al desarrollo de la compañía. Es imperativo tener una apertura mental sobre la manera en la que diversos aspectos dentro y fuera de la compañía funcionan y pueden ayudar a hacer crecer a la empresa.
Para el responsable del negocio de la empresa es necesario, además, aprender a mantener motivada a su fuerza de trabajo. Hablar en público y aprender a ser convincente es básico para liderar una empresa adecuadamente. Todo el equipo debe estar seguro de que las decisiones de la compañía están en buenas manos, lo que puede ser muy difícil de lograr.
Como director de tecnología, se cuenta con un equipo de trabajo que ayuda en la toma de decisiones, pero como CEO, la estrategia suele ser prácticamente individual. Hay que tomar en cuenta una cantidad interminable de riesgos, ganancias y pérdidas para convertirse en un director ejecutivo efectivo. Además, hay que aprender a moverse sin esperar a que alguien más dé la orden.
Algo que puede hacer un CIO para comenzar a tener una idea del trabajo del CEO es encontrar una startup en la que confíe y trabajar como asesor en la mesa directiva de la misma. Esta experiencia podría brindarle conocimientos financieros, de inversión y de mercado, así como habilidades de recursos humanos. Mientras que es en menor escala, el aprendizaje es invaluable.
Es deber de la persona responsable del área de tecnología que aspira a convertirse en director ejecutivo de una empresa, tomarse el tiempo para enfocarse en establecer estrategias y atender problemas de los clientes al delegar funciones operacionales y entrenar a sus sucesores en su puesto.
Es un paso difícil y es probable que no cualquier CIO esté listo para darlo, pero con el entrenamiento y las habilidades adecuadas, definitivamente es posible lograrlo.