Los Juegos Olímpicos son, junto a la Copa Mundial FIFA, los dos eventos más apreciados por los ciudadanos en el mundo. Quizás, la justa olímpica, por número y volumen de competidores, tenga mayor importancia. Sin embargo, esta XXXI edición en Brasil, ha generado innumerables dudas y el aspecto tecnológico que se ha implementado detrás de los juegos, forma parte de esa enorme interrogante.
CIO América Latina| Mario A. Beroes Ríos| @marioberoes22
Durante 17 días, atletas, delegados y jueces de 206 países competirán en 42 disciplinas deportivas y miles de visitantes, sin mencionar los millones a través de la televisión y servicios de Streaming, serán testigos de lo bueno y lo malo de Río de Janeiro 2016.
Quizás la tecnología incline la balanza, lo que no sabemos es hacia qué lado. Por los momentos los 1.500 millones de dólares invertidos en tecnología no terminan de convencer. Y aunque es temprano para emitir un juicio, las dudas ensombrecen el panorama.
Carlos Perea, vicepresidente de Ventas para Latinoamérica de Gigamon asegura que el número de proveedores de TI presentes en esta justa deportiva es bastante grande. Añade que la mayoría tienen una gran capacidad de operación y altos estándares de calidad y seguridad en su operación.
“Sin embargo, con la cantidad de ataques informáticos en todo el mundo, no es de sorprender que muchos esperen un hackeo masivo a los usuarios, gobierno u organizadores. Potencialmente todos los países con y sin juegos olímpicos están expuestos a ataques a sus arquitecturas de red en instalaciones estratégicas. Decir que esto pasará durante juegos olímpicos es pura especulación”.
“De hecho, diría que Brasil aprendió mucho con la experiencia del último Mundial FIFA y si a esto le sumamos la inversión consistente en tecnología que ha recibido en estos años previo a los juegos, la posibilidad de un ataque informático devastador se reduce sensiblemente, aunque siempre pueda existir la posibilidad de un evento aislado o que inclusive se haya gestado con antelación y desee ser accionado en un momento clave. Es difícil, sin embargo, hacer un pronóstico.
Considera Perea, que para entender el potencial riesgo que existe en la conectividad de los próximos juegos olímpicos, debemos entender la dinámica de comunicación que existe en sedes deportivas. Y es aquí donde el directivo de la empresa asesora en materia de seguridad, acude a las cifras y datos.
-De acuerdo con datos del State of the Stadium, Technology Survey 2016 de Mobile Sports Report, 61.6% de las sedes deportivas ofrecen conectividad Wi-Fi de 5Mbps a través de 200 a 400 Access Points, colocados en su mayoría en las partes altas de las sedes. 47.80% del uso de la conectividad Wi-Fi se utiliza principalmente para redes sociales y sólo el 38.9% extiende el acceso a Internet al exterior de la sede deportiva
–Esto nos habla de la importancia que tendrá para usuarios, organizadores y medios de información en el evento, sin contar con la cantidad de usuarios, líneas telefónicas y servidores trabajando en paralelo para proveer correctamente y sin cortes, servicios para los millones de extranjeros visitantes y conectados por Internet.
La otra cara de la moneda
Hay por otro lado una cara de la moneda que no hay que dejar de lado, y es el hecho que Brasil es uno de los países con mayor crecimiento en hacking transaccional en el mundo y siendo estas olimpiadas las más conectadas a Internet, el riesgo potencial de un ataque informático es muy alto y si además, tomamos en cuenta las consecuencias que esto tendría por la volatilidad política que existe, puede ser un escenario perfecto para un desastre más allá de la tecnología, pero detonado por ella.
Perea se balancea en su silla, respira y se inclina en su escritorio para decir que a pesar del tamaño de Brasil y los avances tecnológicos que se ha trazado, la mayoría de sus redes son frágiles y tecnológicamente expuestas. “Por lo que en el caso hipotético de un ataque masivo y consistente en el que las redes sean saturadas artificialmente, los sistemas pueden verse rebasados, siendo insuficientes, exponiendo a los usuarios y prestadores de servicios a una doble vulnerabilidad, en un ataque coordinado durante picos específicos de determinadas transmisiones”.