El año pasamos vimos solo los primeros pasos y usos de la Inteligencia Artificial generativa.
En el futuro cercano, esta tecnología dejará su marca en todos nuestros sistemas, procesos y aplicaciones.
Por: Diego González | CEO de Defontana
La inteligencia artificial (IA), así como el desarrollo de aplicaciones inteligentes, sin duda alguna, son las tendencias que dominan el escenario TI.
De hecho, según Gartner, de aquí a 2026, más del 80% de las empresas habrá utilizado API’s o modelos de IA generativa, democratizando su conocimiento y habilidades.
Ya somos testigos de que las aplicaciones inteligentes, enfocadas en la automatización de los procesos, tienden al mejoramiento y optimización de la productividad.
Esto seguirá perfeccionándose, precisamente gracias a la IA y el aprendizaje automático, entregando experiencias cada vez más dinámicas, flexibles y adaptativas.
En el caso puntual de los ERP, la mayor tendencia se dirige hacia la interoperabilidad de los sistemas.
Resulta, entonces en una suerte de evolución hacia un verdadero ecosistema digital de gestión.
Dicho ecosistema cuenta con soluciones simples y escalables, capaces de integrarse a otros sistemas externos.
Escalar en forma creciente
Esta integración mediante API’s permite que los sistemas se enlacen y automaticen el traspaso de información entre la solución y las plataformas externas de clientes y proveedores, como bancos, instituciones financieras, sistemas de calificación de mora, e-commerce, marketplaces, sistemas inmobiliarios y mucho más.
Todo ello permitirá a las empresas aumentar su productividad y eficiencia de manera significativa.
Ahora bien, la IA también es clave para la interoperabilidad y avance de estos ecosistemas digitales.
Por ejemplo, a través de modelos predictivos que utilicen datos históricos (como ventas y documentos tributarios) para apoyar a las empresas en sus controles de inventario y la mejora de sus ventas.
No obstante, la proliferación de la IA en este ámbito también implica importantes desafíos.
Entre ellos, la ciberseguridad, una normativa o marco regulatorio adecuado y la formación de talento capaz y certificado.
Talento que pueda no sólo desarrollar aplicaciones inteligentes e interoperables, sino que siga avanzando en todas las oportunidades que esta tecnología puede entregar.