El gobierno de Rusia ve es esta tecnología una posibilidad para estimular (¿y financiar?) su economía digital. Pero el Criptorublo podría ser mucho más.
Con información de PC World en Español
Sí, es cierto: el blockchain es una tecnología que permite realizar rastreos precisos y, por eso, se está abriendo paso en los mercados de comercio internacional tratando de evitar los problemas (y perdidas) que generan los tipos de cambios, las transferencias y comisiones bancarias, etc.
Las criptomonedas, en cambio, han visto aumentar su popularidad hasta los niveles de burbuja actual porque están muy cerca de ser irrasteables.
Lo cierto es que, luego del anuncio de Estonia de estar trabajando en su propia criptomoneda – el Estcoin – no sorprende que otras naciones estén evaluando esta posibilidad pues el mismo, por cierto, podría transformarse en un nuevo “mecanismo” de financiamiento internacional.
En el caso de Rusia, el Criptorublo podría ser una alternativa que la nación está evaluando para que sus productos bajo embargo puedan circular en una moneda que no sea el dólar o el euro.
Ni hablar de la ventaja de que sea muy, muy complicado que pueda saberse quién está negociando a través de esta moneda. Podría, de hecho, dejar sin efecto las sanciones económicas que Estados Unidos y la Unión Europea mantiene en contra del gobierno de Vladimir Putin.
Lo cierto es que, si bien el anuncio de promover el Estcoin fue visto con interés y hasta un poco de entusiasmo, el Criptorublo podría (y tal vez debería) encender más de una alarma y ser el punto de partida para que los Bancos Centrales y organismos multilaterales debatan seriamente cuál debería ser el tratamiento que se le va a dar a las criptomonedas. En el mundo. Todos juntos.
Controlar, también el mercado digital
El gobierno ruso no ha negado su intención de que esta medida intenta simplificar y automatizar el cobro de impuesto y es un intento de depender menos de los mercados monetarios extranjeros ni de los intermediarios de transacciones de terceros.
Pero esto impactará al mercado de las criptomonedas, en general. Ya hemos visto como una prohibición en China dio al traste con el floreciente mercado de ICOs de ese país y, con ello, echó por tierra las ganancias del año del Ethereum para luego frenar el camino al infinito (y más allá) que llevaba el Bitcoin.
En el caso del Estcoin, siendo Estonia la niña mimada de la Unión Europea por ser su más interesante “Silicon Valley”, enclavada en la frontera de todo lo que fueron las “repúblicas del Este”, esta posibilidad iba a resultar un gran experimento de cómo un Estado puede gestionar el financiamiento de actividades a través de esta moneda y ver la respuesta de un mercado que, al final de cuentas, nadie conoce bien. Resultaba – casi – una propuesta para que el mundo tuviera un mecanismo de inteligencia en monedas digitales.
El criptorublo es, exactamente, el lado contrario pero, por lo señalado por el ministro de comunicaciones del gobierno ruso, Nikolay Nikiforov se sabe que:
• Es una decisión tomada y quizás inminente. “Si nosotros no lo hacemos, después de dos meses, nuestros vecinos en Europa, Asia o Estados Unidos, lo harán”, ha señalado el ministro.
• Será cifrado por algoritmos desarrollados en Rusia y estará basado en tecnología.
• No se podrá generar nuevos “criptorublos” por medio de la minería tradicional.
• Es más probable que las emisiones de esta moneda sean reguladas (y y lo rastreada como moneda ordinaria) por el propio gobierno.
• Podría ser un reconocimiento de este gobierno de su incapacidad e controlar este fenómeno pese haber perseguido a otras de su tipo por considerarlas “reemplazos ilegítimos de la moneda oficial”.
Estonia le ha demostrado al mundo que es una república liberal con un gobierno que apuesta a la transparencia digital de la gestión del gobierno. El Criptorublo podría ser justo el reverso de esto y será interesante ver los procesos “monetarios” que la moneda de un gobierno sin respaldo, prestigio y mala reputación generan en el mercado. En todo caso, es una muestra de que este fenómeno no va a desaparecer y que es momento de tomarlo más en serio.