El precipitado progreso que las empresas de tecnología provocan en el mundo de los negocios con un modelo dinámico que ha convertido a la conectividad en la religión de nuestros días, está superando objetivos con mayor velocidad de lo que la economía puede metabolizar y provoca por un lado un sorprendente potencial para promover la evolución del conocimiento humano y por el otro un modelo de exclusión social que resultan un agente corrosivo implacable hasta en las sociedades mas avanzadas del planeta.
Estas dos realidades supinas y contradictorias de la sociedad del conocimiento se incrementan bajo la firme imposición de una economía global que marca su paso en el ámbito tecnológico/económico generando mayor interdependencia global y cuestionando la firmeza de un capitalismo que para muchos resultaba indiscutible.
La lógica fue suplantada por la incertidumbre y el cambio continuo es el nuevo credo de las mesas de directorio de las compañías que se esmeran por sobrevivir en un caos comercial sin precedentes. Nadie dudaba que IBM era imbatible y quedó opaca frente a Microsoft, que surfeaba las mieles del éxito hasta que Google discutió la supremacía del gigante de Seattle, pero inesperadamente Facebook aparece como nuevo jugador de peso y nadie ya puede sentirse seguro.
Hoy más que nunca el liderazgo debe ser construido a diario, sin más herramientas que la creatividad y el talento, ambas gratuitas pero escasas.
Este impulso también ha plantea nuevo desafíos tanto social con la masificación de las redes 2.0, como ético desde el punto de vista de como se distribuye el conocimiento y la igualdad de oportunidades ante el acceso, y fundamentalmente legal, atendiendo los nuevos riesgos básicamente por su dimensión y ambiente, amenazas que no se comprimen en una región geográfica, a una capa social o incluso a la generación que hoy reconocemos como nativos tecnológicos. Las tecnologías propias de la sociedad del conocimiento han establecido el caldo de cultivo ineludible, para dejar la raíz de un mundo anárquico e interconectado.
Es un mundo conmovedor y comprometido a la vez, pero también de profundas asimetrías, principalmente en la distribución de la riqueza, los costos ambientales como el caso de derrame de petróleo que hoy tiene de rodillas a una potencia como Estados Unidos y la expropiación del conocimiento científico, que consume cada vez mas recursos y muchas veces, los resultados no se reparten con verdadera conciencia humana.
América Latina como sociedad que quiere tener protagonismo de esta realidad, alcanza un punto de inflexión reflexivo: la industrialización ha arriesgado a un modelo que se ha sostenido a fuerza del expolio de los recursos naturales, un peligro contra la naturaleza que se ha vuelto contra la sociedad misma al tornarse en una amenaza social.
Convivimos hoy entre la destrucción de la naturaleza y la destrucción social y damos lugar a la creación de nuevas tendencias ecológicas que cruzan de forma directa a la tecnología en todos sus ámbitos.
Conocimiento Global
La ciencia sigue edificando resistencia a ser pensada como parte integrante del valor real que una Nación acuna. Sin embargo, su papel en la educación reglada y no reglada es cada vez más significativa; y la alfabetización científica es un mecanismo preciso para el desarrollo de una ciudadanía participativa.
Existe la necesidad de examinar la inseguridad y el papel de los valores humanos, sin por ello compartir una perspectiva irracional o conservadora, sin dudas el denominador común es y será tanto el conocimiento cercano y un modelo de capacitación continua con flexibilidad en el reconocimiento de habilidades y competencias definidas.
Es necesario invertir el flujo del conocimiento desde las aulas a la gente.
Las sociedades modernas deben reinventarse, la crisis denominada PIGS, ha volcado sombras sobre todo y la fortaleza ante cualquier crisis se sustenta en valores humanos capaces de revertir la adversidad.
La fortaleza que muestra nuestro mundo tecnológico se muestra frágil ante esta mirada.
Por Marcelo Lozano – Director de CIO América Latina