Ya en 1995 en el Libro Blanco sobre Educación y Formación de la Unión Europea, podíamos leer una afirmación taxativa sobre que vivimos en la sociedad del conocimiento, en donde la formación y la educación son vectores fundamentales para alcanzar una identidad dentro de un sistema educativo o en la empresa o en un sistema educativo informal.
Hoy podemos afirmar que más que en la sociedad de la información, vivimos en la sociedad de la formación continua.
El conocimiento se ha centrado en la escena de negocios y es parte fundamental de toda estrategia competitiva, tanto a nivel personal, empresario o mismo de una Nación.
La evolución del conocimiento a lo largo de toda la historia humana, ha sufrido una aceleración distintiva producto de que hoy somos contemporáneos del 95% de los científicos que la humanidad ha podido formar.
Nunca como ahora se ha producido tanto conocimiento, y nunca ha sido tan importante el acceso equitativo a dicho conocimiento.
La tecnología ha construido un vínculo indisoluble entre el conocimiento y el ser humano, explotando al máximo el talento de la gente.
América Latina, disfruta de las mieles de commodity’s como soja o petróleo, pero insistir en ese camino es un error, si no se toman las medidas necesarias para construir una posición sólida en la economía del conocimiento.
Es necesario trabajar en la formación de nuevas habilidades para que la gente pueda accesar al conocimiento y potenciar al talento de cada individuo.
Las aulas latinoamericanas no han sufrido cambio alguno en los últimos 150 años, es necesario proveer de una mayor tecnología para enriquecer la experiencia educativa y sumar una mayor carga horaria en ciencias duras y en creatividad para desarrollar las nuevas habilidades que esta época requiere.
El pensamiento lógico, como el creativo deben ser herramientas que se disponibilicen desde los albores de la niñez hasta la educación terciaria.
En el futuro el conocimiento se dará por sabido y se pagará solo por el talento humano.
Pero también es necesario entender que la identidad de los ciudadanos, como su propia cultura y sus valores deben ser respetados como la columna vertebral del sistema educativo.
Este modelo constructivista, se debe amalgamar con el uso de la tecnología, enriqueciendo todo el proceso de aprendizaje con el uso de una computadora, pero entendiendo que solo es una herramienta y el alumno sigue siendo el principal valor de la sociedad.
Un problema común a toda América Latina es sin duda la violencia social, existe sin dudas un vínculo directo entre la equidad en el acceso a la información y la paz social, siendo los excluidos y los ciudadanos que no tienen acceso al conocimiento continuo quienes intentan ganar una posición en la sociedad, de la forma que sea, o que puedan.
La semilla de la violencia no está en estos individuos, radica en la misma sociedad toda que los margina y somete a un mundo que se escapa cada vez con mayor velocidad.
El negocio del narcotráfico se alimenta de estas personas, construye una falsa alternativa ante la falta de futuro y crea en el “limbo” de las alucinaciones químicas una zona de confort para excluidos.
Empujar a un ciudadano a este estadio es sin duda un delito de lesa humanidad, como lo fue el terrorismo, tanto de estado como el extorsivo y los gobiernos tienen que asumir su responsabilidad en el manejo de las oportunidades que crean para sus ciudadanos.
La mejor forma de bajar la violencia es educando y alimentando, no colocando cámaras, y solicitando penas mas duras para los delincuentes.
Las empresas cumplen un rol social dentro de la vida de los ciudadanos y no pueden obviar esta realidad, ya que no solo perjudican a sus empleados, también producen menos valor agregado y pierden competitividad.
El índice de no terminalidad del sistema educativo terciario, secundario y primario constituyen una sangría en la región, alcanzando niveles temerarios que hacen inviable un futuro ecuánime de desarrollo e integración con un mundo globalizado y extremadamente exigente.
Los parches de formación, la creencia de que sin lógica se puede formar un programador en solo 32 horas, la inocencia infantil que lleva al razonamiento erróneo de que con mayor número de inscriptos en la carrera de sistemas de la información la sociedad tendrá más ingenieros capaces de crear valor, son solo algunos de los ejemplo que explican el estado calamitoso de la educación en toda la región y llevan a la categoría de héroes modernos a aquellos ciudadanos que contra todas las trabas que crean el sistema, han hecho ciencia y de alguna manera contribuyen a reducir la brecha digital cada día.
Por último, las llamadas Ciudades Digitales que no incluyen a la formación continua del ciudadano -son solo propaganda política que- no responden a la sociedad como factor de democratización del conocimiento.