Especular sobre que las causas que nos llevaron a esta crisis económica internacional –que tanto afecta al mundo de la tecnología- es una cuestión exclusiva de los mercados financieros sería una señal naif y podría tranquilamente considerarse falaz. Los sectores reales de la economía están incondicionalmente unidos al perfil y las características de esta crisis.
La génesis de esta crisis financiera internacional que tanto ha afectado al mercado tecnológico internacional se corresponde de manera confusa con el auge en la construcción residencial. Por eso una de las primeras víctimas de la crisis es el desplome en la industria de la construcción. Desempleo en alza, cemento y ladrillos son la otra cara de una crisis que emerge como “financiera y bancaria”.
Las dificultades en los sectores reales de la economía mundial no son nuevas. Desde hace más de un lustro se escuchaban llamados de atención sobre los peligros de la sobreinversión y del exceso de capacidad instalada. Ya hace una década caía estrepitosamente PSINet, que decía tener un anillo de fibra óptica que circulaba dos veces al mundo y sin hacer caso los mercados siguieron concentrando la inversión en infraestructura de comunicaciones sin pensar de forma ordenada y ecuánime, haciendo inversiones pensadas en los efectos sociales de la brecha digital y no en el negocio en tiempo real. Los datos están a un clic de distancia; sólo hay examinar las estadísticas en materia de inversión y capacidad instalada ociosa a nivel internacional. Ninguno de los verticales de negocios ha quedado a salvo: desde el lucrativo petróleo, acero, pesca, cemento, siembra, papel, semiconductores, aviones, automóviles, vidrio, nanotecnología, químicos inorgánicos, máquinas, etcétera. El coeficiente de capacidad instalada ociosa (el recíproco del exuberancia de inversión) fluctúa entre el 20 por ciento y un colosal 40 por ciento, dependiendo de la vertical de negocio o la región.
Hoy, cuando navegamos sobre los restos de la burbuja del mercado hipotecario y los cadáveres de inversionistas especulativos, se agregan las secuelas condenadas sobre la demanda agregada, el duende del exceso de capacidad instalada se convierte en el “killer” del CIO ya que afecta las tasas de rentabilidad de su empresa. Esto compone un incentivo perverso para albergarse en las actividades de especulación, dilapidando los presupuestos de actualización tecnológica, que definitivamente se vuelcan a actividades no productivas. Solo la desaparición del sistema de paridades fijas puede explicar la expansión colosal del sistema financiero mundial, que nos ha llevado a este quiebre colosal.
Hyman Minsky, emplazado a ser uno de los economistas más brillantes de la actualidad, elaboró una teoría que analiza la crisis en economías capitalistas en la que la tecnología y la globalización han interrelacionado los ciclos, el crecimiento del sector financiero sobre el productivo y la evolución de los sectores reales de la economía. Minsky teoriza que la inestabilidad es el corolario directo de los procesos dinámicos esenciales que marcan la acumulación desmedida de capital. Su acreditada hipótesis sobre la inestabilidad financiera, conocida como (HIF) expone que si una economía capitalista surca una etapa de máximo apogeo, los inversionistas potencian las buenas noticias de forma casi irracional, siendo capaces de creer cualquier cosa. Esta algarabía sin fin lleva a tener una mirada de confianza desmedida en el futuro y a inmoderados patrones de inversiones y de endeudamiento.
La razón sustantiva radica en las perspectivas positivas: los que manejan el dinero creen que el crecimiento y “aquellos buenos tiempos” van a durar para siempre. Sin duda los CIOs son propensos a sobredimensionar el negocio y aumentar sus requerimientos aun mas, con el fin de cubrir crecimientos imaginarios no considerados, a mi juicio, esta falsa precaución termina por derribar al CIO y lo hace salir de la orbita de las decisiones a los sucesores de quienes compraron un mundo de fantasías, cuando la fantasía estaba en oferta. Estas conductas no son aisladas, la mayoría de los ejecutivos reaccionan de este modo, muy velozmente se lanzan los niveles de endeudamiento y de sobreinversión (generando de capacidad excedente con un peligroso aumento de costos operativos). El presupuesto de tecnología de una empresa pasa de mantener patrones de financiamiento conservadores a estrategias más ligadas a la especulación. En el punto límite, lo marca indefectiblemente la economía cuando cubre el endeudamiento con deudas a tasas mas elevadas, lo que genera mayor criticidad a la inestabilidad.
No son pocos los economistas que creen que en períodos de bonanza la estabilidad genera los propios agentes que la inestabiliza. Las tecnologías de la información han potenciado la inestabilidad de las economías capitalistas ya que plantan la semilla de la fragilidad y la inestabilidad al democratizar la información en tiempo real, sobredimensionando las oportunidades y tendencias. Todo se vigoriza hasta alcanzar indicios que la tecnología nuevamente disemina en tiempo real, y la crisis explota en el ámbito financiero, pero sus efectos devastadores alcanzan a los sectores reales de la economía dejando a las empresas con enormes pasivos tanto tecnológicos como humanos, que conforman un coctel devastador.
Si analizamos información sobre capacidad instalada ociosa de IT desde 1990 a hoy podremos comprobar que este parámetro tiene una huella profunda negativa sobre la tasa de rentabilidad. Dicho de otra forma, los periodos de recuperación económica en Latinoamérica están asociados a los ciclos de negocios y han generado sobreinversión, lo cual disminuye sensiblemente las ganancias de la empresa que ha confiado en la tecnología como herramienta competitiva, en una relación de que a mayor inversión mayor beneficio y posicionamiento en el mercado. Esto constituye un poderoso incentivo para sacar a los Directores de Sistemas de las empresas de la mesa de las decisiones y genera que los CEOs escuchen con mayor fervor a “gurúes” de la especulación financiera.
Resulta tan llamativo como inesperado que la crisis explota no como secuela de una reversión en los flujos de capital o un reacomodamiento de los precios relativos de la economía, sino como consecuencia de la dinámica oculta normal del ciclo de negocios de una economía desarrollada, creando fricciones de los vínculos entre los sectores reales y financieros, sin olvidar el sazón de los marcos regulatorios, que como en Argentina argumentan que a mayor presión impositiva en la tecnología se obtendrá mayor progreso y equidad (un verdadero contrasentido).
La quimera ideológica neoclásica de que las economías capitalistas son estables y los mercados asignan los recursos eficientemente hoy vive su réquiem y muchas universidades revisan sus programas educativos como gesto de vergüenza ante la realidad empírica.
Los políticos, los tecnólogos y el mercado en ese orden han olvidado algo fundamental, simple e invariable a través de los tiempos.
El ser humano, su talento, su capacidad es el centro de una comunidad y su gobierno debe entenderlo y poner el foco de todas las acciones en esa dirección, la concentración de recursos solo genera mayor inequidad e inestabilidad en toda la sociedad.
Las empresas no escapan a esta lógica, una concentración desmedida de capacidad, termina por vulnerar su propia sostenibilidad y le genera inestabilidad, la concentración de recursos solo genera capacidad ociosa en donde no es necesario y no da permeabilidad.
Quizás SAAS, el outsorsing de calidad (ni el indio, ni el chino) y el Cloud Computing sean herramientas para analizar con mayor pulcritud, para que cada CIO sea capaz de sostener su puesto en el Directorio y ser parte de las decisiones.
Marcelo Lozano – Director CIO AL