Hace unos días explicábamos las consecuencias para el usuario de la amplia reorganización emprendida recientemente por Microsoft. Ahora queremos dar respuesta a las preguntas de los CIO sobre las consecuencias que los cambios introducidos en la compañía tendrán para su trabajo diario.
Aceleración de la entrega de productos
Cuando el CEO de Microsoft, Steve Ballmer, escribió en el ‘memo’ dirigido al personal de la compañía que la reorganización “nos permitirá innovar con una mayor velocidad, eficiencia y capacidad en un mundo rápidamente cambiante”, no estaba bromeando, al menos en lo que se refiere a la agilidad. He aquí algunos ejemplos:
• Windows 8 pronto será actualizado con Windows 8.1, que se proveerá a los fabricantes para que puedan incluirlo en sus dispositivos a finales de agosto, según se anunció en la reciente Worldwide Partner Conference celebrada en Houston.
• El responsable de Windows Azure, la plataforma de cómputo en la nube de la compañía, aseguró en la conferencia TechEd que su equipo lanzará actualizaciones de los servicios en nube cada tres semanas.
• El equipo de Microsoft Exchange adoptó un modelo de servicio con actualizaciones trimestrales. Tales actualizaciones serán desplegadas como versiones enteramente nuevas de Exchange, y no como los services packs utilizados hasta ahora, en un claro reflejo del cambio de concepto aplicado a la compañía en su totalidad, que sustituye dichos services packs por actualizaciones más frecuentes.
Todo esto supone un enorme cambio para los departamentos TI de todo tipo de organizaciones, pero especialmente para las de gran tamaño, ya que por lo general tienen que esperar meses, sino un año o más, para desplegar en masa las nuevas versiones de su software crítico. Y esta cadencia más rápida de las nuevas versiones les permitirá estar solo dos meses sin actualizar cualquiera de las soluciones de Microsoft que utilice, con independencia de que tal aceleración se alinee con los planes estratégicos de su organización.
Más foco en los servicios
La línea actual de Microsoft consiste en hacer disponible en los servicios de nubes privadas y en Azure los mismos sistemas operativos lanzados para ser utilizados internamente en servidores y centros de datos propios. Un enfoque absolutamente correcto. Ningún competidor se acerca tanto a este llamado ‘ciclo virtuoso’, donde las mejoras en el software implementado al interior de las empresas se consiguen también en los servicios de nube de la compañía. Un modelo que además permite utilizar la experiencia obtenida en la nube, con miles de servidores operando, para que los equipos de ingeniería utilicen las mejores prácticas, las mejoras de las características y el arreglo de fallos surgidos en el día a día en el desarrollo de las próximas versiones de los sistemas operativos implementados dentro de las empresas.
Sin embargo, este ciclo virtuoso podría acabar siendo realmente más valioso para la propia Microsoft que para los clientes que corren sus productos internamente. A medida que la compañía se focalice más en los servicios, probablemente se incline por hacer más esfuerzos de desarrollo en la nube y ahorrar ingeniería y costes en lanzar nuevas versiones de sistemas operativos, aunque no sea así por el momento. Si Redmon se centra en crear dispositivos cuya razón de ser sea consumir los servicios de la compañía, parece lógico pensar que dichos servicios serán un área clave de las inversiones de Microsoft. Estos servicios además generan ingresos recurrentes que, por lo general, están ausentes en las licencias de software perpetuas, y lo hacen con mucho menos esfuerzos iniciales.
Fin del reinado de la PC…
El lento pero constante declive de la computadora personal no está siendo condescendiente con la visión tradicional de Microsoft, y el lanzamiento de Surface como entrada en el mundo tablet no ha ido todo lo bien que esperaba la compañía. Windows sigue viviendo y respirando gracias a las PC, pero las estimaciones de Barron indican una caída de 11% el suministro de estos equipos durante este trimestre, frente al mismo periodo del año anterior.
Ballmer estaba nervioso y necesitaba una salida. La reorganización, según el CEO de Microsoft, va dirigida a ayudar a transformar la compañía en una era donde los PC son solo una pieza de un gran rompecabezas. “La forma de entrega ha cambiado a un amplio conjunto de dispositivos y servicios frente al software empaquetado”, escribe Ballmer en su memo, indicando su intención de que Microsoft sea relevante en otros campos distintos al de la PC y el Xbox. La compañía es consciente de que el PC ya no estará donde se encuentra el dinero y que debe dejar de concentrarse en las herramientas de negocio para prestar más atención al consumo. Y los CIO deberían ser conscientes de esta nueva estrategia y de lo que podría suponer para sus empresas.
La nube no será un mal lugar para vivir. Microsoft quiere clientes viviendo en la nube, que su email y la colaboración esté en Office 365, sus servicios Web en Windows Azure, sus fuerzas de venta en Microsoft Dynamic y su filtrado de spam en Exchange Online Protection. Quiere engancharles, enviarles una factura mensual e integrarles en el ecosistema Microsoft. Y para algunas empresas ese es el lugar donde exactamente deben estar, especialmente las pequeñas y medianas con recursos limitados para jugar a la escala que Microsoft puede ofrecer por muy poco dinero a la hora. La mayoría de los pequeños negocios no tiene ningún motivo para correr el servidor de correo o determinadas aplicaciones Web internamente, pues nunca han estado disponibles más potencia y capacidad a un precio tan bajo como hasta ahora.