En la última década, las Tecnologías de la Información (TI) han terminado no sólo de convertirse en indispensables para todo tipo de organizaciones, a nivel operativo y de soporte de procesos, sino que han asumido definitivamente un rol estratégico.
En efecto, si hace diez años, o menos incluso, las áreas de TI al interior de las organizaciones estaban pendientes sólo de hacer funcionar, por así decirlo, una infraestructura de hardware y software para soportar procesos y servicios hoy el panorama ha cambiado radicalmente, ya que se han erigido como el eje más determinante para la competitividad y, por qué no decirlo, para la supervivencia de la propia organización.
Para decirlo en términos breves: las TI no son ya un soporte para la estrategia del negocio sino que definen la propia estrategia, dada su capacidad de agregar valor y de incluso habilitar y desarrollar nuevos productos o servicios a partir de la innovación. Para que esto sea posible, sin embargo, se requiere que el Data Center de las empresas deje de ser una infraestructura estática de hardware y software y se transforme en una infraestructura convergente, apta para proveer nuevos servicios de forma flexible y escalable, al ritmo del propio negocio.
Estamos hablando de un verdadero cambio de paradigma, de una transformación de las empresas regida por fuerzas que, si bien son altamente positivas, pueden significar un serio retroceso para quienes crean que se trata sólo de nuevas “olas” tecnológicas impulsadas por los departamentos de marketing de las grandes compañías tecnológicas.
Prueba de lo anterior es lo que cada uno de nosotros puede día a día constatar en su vida cotidiana, en donde nuestras actividades personales y laborales están permeadas por el uso de los mismos dispositivos para comunicarnos, conectarnos y acceder a información desde cualquier lugar y momento. Eso significa que hoy la fuerza laboral es completamente diferente, ya que no concebimos limitaciones para realizar nuestras actividades y demandamos acceso a los sistemas de información de nuestros trabajos a través de smartphones, tablets o portátiles, sin distinción.
Esta segunda fuerza, sumada al rol estratégico de las áreas de TI que mencionábamos al principio, significa que los directivos de las empresas deben abordar hoy el desafío de la movilidad, no como un “plus” sino como una condición básica para mantener y mejorar la productividad de sus empleados. De hecho, las cifras demuestran que en los próximos dos años la mayor parte de este tipo de dispositivos usados al interior de las organizaciones será elegido por los propios empleados.
Al mismo tiempo, la movilidad tiene también una doble cara externa: la relación con proveedores y socios de negocios y la relación con los propios clientes, más demandantes de información oportuna, especialmente desde sus dispositivos portátiles. Ello hace evidente que las estrategias móviles de las empresas deben ser impulsadas en forma proritaria.
Pero existe una tercera fuerza: la información. Se trata aquí de otro tema crítico, ya que las organizaciones que no sean capaces de transformar los datos (de clientes, usuarios, competidores, mercado, etc.) en información, no sólo no podrán definir estrategias adecuadas sino que serán incapaces de desenvolverse en el actual entorno de negocios.
El cambio de paradigma es tan concreto que las fuerzas que mencionamos han transformado a la propia industria de las TI. Las compañías que en forma visionaria se anticiparon al resto toman hoy posiciones de liderazgo, promoviendo soluciones y servicios en donde la flexibilidad, la inter operabilidad, la escalabilidad y el conocer a los clientes no son ya una “oferta exclusiva”, sino la condición mínima. Su empresa puede hoy tomar ventaja de la competencia si asume hoy con decisión las fuerzas que definen la transformación de los negocios. Mañana puede ser demasiado tarde.
Por Mauricio Chacón, Gerente General Dell Chile