Algunos analistas siguen con singular atención el lanzamiento del ecosistema de Windows 8, considerando que Microsoft asume un riesgo al efectuar un cambio radical en el diseño de la interfaz, las proyecciones del producto han sido más que cautas a la hora de visualizar el futuro.
Asumir que existía una posibilidad de éxito efectuando cambios a un código cuya génesis data de más de 20 años, era mucho más riesgo para Microsoft que encarar una nuevo concepto de sistemas operativos que diera lugar la creación de un ecosistema integrado entre máquinas de escritorio, tabletas y teléfonos.
Si uno analiza las fuentes de ingresos de Microsoft, este fue quizás el mejor momento para encarar un cambio radical en el diseño de una plataforma que lo deje mejor perfilado para el futuro de la tecnología. La incidencia del sistema operativo no es determinante para la salud financiera de la empresa y hasta un error grosero pudo ser metabolizado sin poner en peligro el futuro de la compañía.
Si existiese un ADN de las empresas, estoy seguro que la marca de Windows Vista, siempre estará presente en Microsoft, y el espíritu y capacidad para saltar rápidamente a un sistema operativo más estable como Windows 7, estará contemplada en todo plan de negocios que se trace para cualquier producto.
En un mercado tan eclético, que reparte las mieles del éxito entre dos filosofías disímiles como lo son Android de Google e Ipad de Apple, marcando a los dos exponentes más populares de cada segmento, smartphones y tablets respectivamente, Microsoft optó por plantear con Windows 8 un camino lógico que se enfoca en el usuario.
La estrategia es correcta, si tengo una participación superior al 90% del mercado en los escritorios de cada PC, la integración de un PC, un teléfono y una tableta siempre será más fácil si se apunta al PC.
Los que fuimos, son o serán CIO sabemos que la integración de una tableta con IOs, un teléfono con Android y un PC con Windows jamás será una tarea, ni fácil ni confiable.
Aquí radica el mayor valor de la nueva estrategia planteada por Steve Ballmer, CEO de Microsoft, las compañías y los usuarios vamos a buscar una integración transparente de nuestros teléfonos, tabletas y PC, y bajo esta necesidad real de mercado me animo a sostener que todas las previsiones de mercado se han quedado cortas.
Windows 8 no debe ser visto como un nuevo sistema operativo, no puede ser considerado un riesgo para el gigante de Redmond, debe ser tratado como un nuevo concepto y quizás W8 sea la primera estación de un largo viaje.