La transformación que promueve Facebook tendría, además, sustento en un cambio de paradigma de los consumidores: las personas han ido tomando progresivamente conciencia de lo importante que es resguardar su privacidad en el entorno digital.
Por: Bastián Riveros, abogado, consultor legal en Compliance y derecho informático de Pallavicini Consultores.
Mark Zuckerberg, CEO de Facebook, publicó un escrito a través de su propia red social. Ahí, anunció, casi a modo de declaración de nuevos principios, un giro en el modelo de negocios de los productos de la compañía, detallando que se estaba propiciando un enfoque centrado más en la privacidad de los usuarios. “Creo que el futuro de la comunicación cambiará cada vez más a servicios privados y encriptados. Las personas pueden confiar de que lo que se dicen entre sí se mantiene seguro; sus mensajes y contenidos no quedará para siempre”, declaró Zuckerberg.
Este cambio se da en el contexto de un tiempo, en particular durante el último año, cargado de denuncias por una negligente gestión de los datos personales de los usuarios. De hecho, el Comité de Tecnologías Digitales, Cultura, Medios y Deportes del Parlamento Británico, calificó a Facebook como “gangster digital”. Para este comité, la compañía funciona, muchas veces, por sobre la regulación, extrayendo información no sólo de sus productos (Facebook, Whatsapp e Instagram), sino de las demás páginas y aplicaciones mediante un rastreador de datos llamado Pixel.
A esta reflexión hay que agregar un dato contundente: según la revista Forbes, el patrimonio de Mark Zuckerberg descendió casi 9 mil millones en un año (de 71.000 millones de dólares a 62.300). De modo que este nuevo giro de negocios también estaría fuertemente influenciado por el daño patrimonial de la compañía.
La transformación que promueve Facebook tendría, además, sustento en un cambio de paradigma de los consumidores: las personas han ido tomando progresivamente conciencia de lo importante que es resguardar su privacidad en el entorno digital. Se trata de una atención que se traduce en un daño reputacional considerable para aquellas empresas que han privilegiado su modelo de negocios por sobre los derechos de los usuarios, pasándoles la cuenta ya no únicamente en lo mediático, sino también en los estados de resultados.
De esta forma, la adecuada gestión de datos personales de los usuarios ha pasado a ser un criterio central dentro del riesgo operacional de muchas compañías en los últimos años, lo que, a su vez, exige anticiparse ante escenarios adversos, implementando mecanismos y modelos que pongan énfasis en la privacidad y la seguridad de la información. Esta tendencia va en sincronía con los cambios normativos que se avecinan, tomando en cuenta la inminente incorporación de delitos informáticos e infracciones a la Ley de Protección de Datos Personales a los programas de Compliance, según lo observado en los proyectos de ley en curso en dichas materias. Afortunadamente las personas están prefiriendo productos que no sólo faciliten diversos ámbitos de sus vidas, sino también, que toda la información que generan sea tratada de forma ética, segura y responsable.