El mundo sí se volverá inteligente… Dejando a los humanos el trabajo que las máquinas hasta hoy –y quizás nunca– podrán llegar a hacer: ser creativos.
Por: Pablo Dubois, Gerente de Productos de Seguridad de CenturyLink América Latina.
Hoy somos testigos de la cada vez mayor omnipresencia de millones de sensores, dispositivos y máquinas interconectadas a la Red de redes. La Internet de las Cosas (IoT), poco a poco, ha ido forjando un auténtico mundo “ciberfísico” en nuestras ciudades, caracterizado por la infraestructura de comunicaciones y elementos informáticos interviniendo en diversos espacios físicos, para ayudar a mejorar procesos, tareas y actividades tanto de nuestra vida personal como del trabajo y, por supuesto, del mundo de los negocios.
A nivel de empresas, uno de los cambios más evidentes de este fenómeno es la convergencia entre las Tecnologías de la Información y las Tecnologías Operativas, que se está dando en forma creciente en diversas industrias y se traduce en que las líneas de producción de las fábricas no sólo están y estarán cada vez más automatizadas, sino que día a día incorporarán más máquinas inteligentes, robots, que irán reemplazando las tareas que desempeñaban los seres humanos.
Y no sólo hablamos de tareas rutinarias o repetitivas, porque los campos de aplicación de la Inteligencia Artificial (IA) son muy amplios.
En efecto, hablamos de máquinas que ejecutan distintas labores controladas por otras máquinas, que son capaces de “conversar” con otras máquinas, intercambiando también información a través de Internet con computadores remotos, e incluso, como sucede con los robots simbióticos, interactuando con humanos en todo tipo de espacios públicos y privados.
A decir verdad, las máquinas inteligentes operarán en toda, o casi toda, la cadena de valor, incluyendo la logística y el transporte. No pertenece a la ciencia ficción el que muy pronto un producto sea diseñado, fabricado, embalado, distribuido y transportado con muy poca o nula intervención de seres humanos en todos los procesos.
Esto tornará a las redes, la infraestructura tecnológica y sistemas de información, en factores decisivos para las operaciones y la producción de las empresas, convirtiendo la ciberseguridad en un elemento de primera necesidad para todas las organizaciones; las que verán expuestas sus áreas productivas a downtimes o caídas de sistemas y ataques de ciberdelincuentes, que podrían paralizar sus líneas de producción o evitar el correcto funcionamiento de sus operaciones, realizando verdaderos sabotajes a los negocios, desde cualquier lugar del mundo.
Imaginemos lo que podría suceder con ataques informáticos que afecten a compañías de servicios públicos o que pongan en riesgo el funcionamiento de los sistemas urbanos.
De alguna manera, este escenario se ve ya reflejado en el avance de la IoT y el consiguiente rol protagónico que ella está alcanzando dentro de los presupuestos de seguridad de las organizaciones. Si en el año 2015 representaba un 1% de este ítem, se espera, según Gartner, que para el 2020 sea ya un 20% del total. El propio gasto en seguridad relacionado con la IoT, a nivel global, crecería este año, según la misma consultora, en un 28%, alcanzando los 1.500 millones de dólares.
¿Significa lo anterior que las empresas y ciudades podrán ser víctimas de hackers, mafias cibernérticas o, incluso, de máquinas inteligentes rebelándose al modo de la clásica película “Terminator”? Sobre el primer punto, la respuesta la proporciona la misma IA, porque la ciberseguridad está dando grandes saltos en eficiencia también, por lo que la tarea de resguardarse ante ataques, si bien no será simple, contará con herramientas más robustas que harán que la tarea esté casi totalmente automatizada desde la detección hasta la mitigación.
En cuanto al segundo punto, todo parece indicar que aún falta bastante para imaginar siquiera que los sistemas de IA puedan llegar a asumir actitudes más humanas, debido a la complejidad del actuar de nuestro cerebro, en donde entran en juego variables como sentimientos, análisis de contexto y patrones culturales basados en una lógica neuronal todavía distinta a la de los sistemas artificiales.
Por ahora, lo importante es saber que el mundo sí se volverá inteligente en múltiples dimensiones. Mejor calidad de vida y mayor cuidado del medioambiente para todos, tanto en nuestra vida cotidiana como en nuestros negocios. Para las empresas habrá cambios constantes, nuevos modelos de negocios y nuevas posibilidades para agregar valor, dejando a los humanos el trabajo que las máquinas hasta hoy –y quizás nunca– podrán llegar a hacer: ser creativos.