Las redes sociales se han convertido en una vitrina comercial ideal para un número importante de emprendedores.
El mercadeo siempre ha destacado la importancia de la locación. Aunque sea virtual. ¿Qué transformación está generando esta sinergia?
Es un hecho que cada país de América Latina es diferente y tiene sus propias formas para metabolizar las tecnología, sus usos y tendencias.
Sin embargo, también es un hecho global que el comercio electrónico, cada vez más, ocurre desde las redes sociales. De hecho, lo procuran.
En la actualidad, el criterio de monetización es uno de los esgrimidos por estas plataformas para conservar y atraer a nuevos usuarios.
Así que la venta de productos y servicios desde las redes es, en realidad, una tendencia que comenzó a acentuarse durante la pandemia de Covid-19 y ya puede considerarse como una realidad estándar global.
Repetimos: cada país tiene sus propias realidades y redes favoritas. Sin embargo, el comportamiento en América Latina mantiene algunas similitudes debido a las desigualdades que compartimos.
Si bien los gobiernos suelen preferir los emprendimientos digitales, los emprendedores que usan el comercio electrónico son objeto de debate.
“El comercio digital es una vía concreta para la inclusión financiera y la generación de oportunidades en sectores históricamente postergados. La digitalización comercial puede cambiar vidas, especialmente fuera de las grandes ciudades”, refirió CEO de Aper, Hernán Marino.
Luces y sombras
Para algunos analistas económicos, los emprendimientos de venta en las redes son una forma 2.0 de la informalidad tradicional.
Sin embargo, también es una oportunidad que ocurre, incluso, en las economías más desarrolladas de Latam.
En Chile, por ejemplo:
- Más del 70% de las Pymes ya tiene presencia activa en redes sociales
- Además, según la Cámara de Comercio de Santiago, el 25% de las Pymes chilenas ya opera con un canal digital de ventas
La CCS destacó que Chile se encuentra ante una oportunidad clave para llevar esa visibilidad al siguiente nivel: convertirla en crecimiento comercial sostenido mediante tiendas digitales propias.
La asociación gremial de Santiago puntualiza que una tienda digital no es solo una vitrina de productos. Es una estrategia de negocio que habilita identidad comercial, acceso a financiamiento, trazabilidad operativa y conexión con redes logísticas.
En zonas rurales o segmentos históricamente excluidos, puede representar el primer paso hacia la inclusión económica.
Sin embargo, para consolidar esta oportunidad se requiere algo más que conectividad: alfabetización digital, coordinación pública-privada y mecanismos de financiamiento accesibles.
Entre las medidas propuestas por expertos del sector se destacan:
- Programas de acompañamiento para la formalización y digitalización de negocios.
- Formación en estrategias de venta digital, narrativa comercial y marketing omnicanal.
- Acceso a crédito basado en el historial transaccional digital de los emprendimientos.
“La transformación digital del comercio no es una tendencia; es una política de futuro. En contextos tanto de alta informalidad como de limitada bancarización, contar con una tienda digital puede significar acceso a crédito, visibilidad internacional y mayor resiliencia ante crisis”, apuntó Hernán Marino, CEO de Aper.