Se ha preguntado alguna vez ¿a dónde va el dinero del cibercrimen? Sophos revela el lado empresarial del delito digital.
Más allá del ataque, los cibercriminales invierten en negocios reales para lavar y escalar sus operaciones. Así, el dinero del ransomware circula en la economía real.
Como en la física, en la economía nada desaparece totalmente: se transforma.
Así que hay que preguntarse ¿qué pasa con el dinero que el cibercrimen saca de nuestras cuentas? ¿A dónde van los millones de dólares que el ransomware sustrae de empresas y personas?
La respuesta debería ser obvia: a la economía real, luego de un proceso nada simple de lavado, blanqueo o legitimación de capitales.
Tal como ocurre con otras formas de crimen organizado, el cibercrimen tiene un objetivo: obtener dinero para gastarlo y, por ahora, los metaversos no resultan lo suficientemente divertidos.
Para entender mejor al mundo que se esconde detrás de la dark web, el estudio Beyond the Kill Chain (Más allá de la cadena de ataque), revela las rutas que siguen los cibercriminales para cruzar la barrera de los datos y los dispositivos.
Según la investigación de Sophos X-Ops señala que esto es posible mediante inversiones en negocios aparentemente legítimos.
“El cibercrimen ya no vive solo en la dark web, está cruzando al mundo físico, disfrazado de oportunidades de inversión o emprendimiento”, puntualizó la Directora de Ventas de Sophos para México, Centroamérica y Caribe, Ketty Alvear.
La ubicuidad del dinero negro
El estudio de Sophos X-Ops es contundente: el dinero producto de los ataque tes cibernéticos se canaliza hacia emprendimientos reales.
En la mayoría de los casos, los fondos se usan en actividades ilegales. Sin embargo, cada vez es más frecuente que los fondos se destine en negocios hábilmente camuflados en zonas grises de la ley.
Desde restaurantes y escuelas de programación hasta inmobiliarias y farmacéuticas, los hackers están construyendo estructuras empresariales que les permiten:
- Lavar criptomonedas
- Atraer clientes
- Y escalar sus operaciones, sin levantar sospechas
En muchos casos, estas empresas cuentan con documentos fiscales, cuentas bancarias y atención al cliente profesional.
Detrás de estas sigilosas operaciones financieras intenta esconderse el hecho de que el cibercrimen maneja millones de dólares.
El informe State of Ransomware 2025 de Sophos revela que en México los ciberdelincuentes exigen en promedio US$ 2.000.000 por rescate, tras secuestrar información empresarial.
A esto se suma el costo de recuperación, que puede superar el millón de dólares, incluyendo pérdida operativa, reputación, soporte técnico y cumplimiento legal.
“Las políticas tradicionales de ciberseguridad — centradas en firewalls y antivirus — resultan insuficientes ante un ecosistema criminal que opera con lógica empresarial”, recalcó Ketty Alvear, la Directora de Ventas de Sophos para México, Centroamérica y Caribe.
El reto de la prevención
Según la investigación realizada para el informe Beyond the Kill Chain (Más allá de la cadena de ataque), el ransomware se consolida como amenaza económica, legal y reputacional para empresas mexicanas.
El escenario descrito por Sophos convierte al ransomware en una amenaza multidimensional que afecta no solo la infraestructura tecnológica sino, también, la viabilidad financiera y jurídica de las organizaciones.
Ante este panorama, Sophos propone fortalecer las estrategias de ciberseguridad con soluciones MDR (Managed Detection and Response), que permiten detectar y responder proactivamente a posibles ataques.
Estas herramientas combinan inteligencia contra amenazas, monitoreo continuo y capacidades de remediación, reduciendo el tiempo de exposición y el impacto operativo.
La clave está en anticipar el movimiento del atacante, no solo reaccionar cuando el daño ya está hecho.
“La ciberseguridad empieza por los hábitos. Si algo parece demasiado funcional o pide permisos innecesarios, hay que sospechar. Esa intuición puede evitar pérdidas millonarias”, concluyó la Directora de Ventas de Sophos para México, Centroamérica y Caribe, Ketty Alvear.