Una nueva encuesta revela que el 80% de los líderes financieros regionales considera que las organizaciones criminales son más sofisticadas que las instituciones bancarias en el lavado de dinero.
Los números son contundentes y preocupantes. Según la primera Encuesta sobre la Economía Informal de BioCatch, que consultó a 800 expertos en fraude de 17 países, los delincuentes financieros han evolucionado más rápido que los sistemas de detección bancarios. En Latinoamérica, el 80% de los líderes en gestión de fraude, prevención de lavado de dinero y cumplimiento regulatorio reconocen esta realidad: estamos perdiendo la carrera tecnológica contra el crimen.
Las cifras hablan por sí solas. El 38% de las organizaciones financieras en la región pierde más de 10 millones de dólares anuales por fraude, mientras que el 16% reporta pérdidas superiores a los 25 millones. Estos números no son solo estadísticas; representan una hemorragia financiera que afecta la confianza en el sistema bancario regional.
“Muchos millones de cuentas mulas de dinero ocultas en el sistema financiero mundial siguen siendo el nexo entre las operaciones delictivas y los delincuentes que obtienen sus ganancias”, explica Gadi Mazor, CEO de BioCatch. Su declaración subraya una realidad incómoda: el sistema financiero global se ha convertido en el vehículo perfecto para el lavado de dinero.
La sofisticación del crimen digital
Los delincuentes no solo han adoptado la tecnología; la han dominado. El 72% de los encuestados confirma que las herramientas de inteligencia artificial han aumentado la sofisticación de los delitos financieros. Las redes sociales (70%) y los foros de la web oscura (78%) se han convertido en instrumentos fundamentales para estas operaciones.
Esta evolución tecnológica del crimen presenta un desafío particular para los CIOs y líderes tecnológicos. Ya no enfrentamos simples estafas telefónicas o fraudes tradicionales; nos enfrentamos a operaciones criminales que utilizan machine learning, análisis de datos y redes distribuidas para evadir los sistemas de detección convencionales.
Quizás el hallazgo más alarmante es que el 81% de los encuestados en Latinoamérica reconoce vínculos directos entre el fraude financiero y otros delitos como el terrorismo, el tráfico de drogas y personas. Esta conexión convierte cada transacción sospechosa en un potencial eslabón de una cadena criminal más amplia.
Según el Informe Global sobre Delitos Financieros de Nasdaq, 3.1 billones de dólares en fondos ilícitos se movieron través del sistema financiero mundial solo en 2023. Esta cifra, que podría ser conservadora, representa aproximadamente el 3% del PIB global.
Innovación como respuesta
La respuesta no puede ser reactiva. Como señala Mazor, se requiere “innovación continua, una transición de una mentalidad post-transacción a una pre-transacción y un grado de colaboración sin precedentes en todos los sectores.”
Un ejemplo prometedor es BioCatch Trust™ Argentina, la primera red interbancaria inteligente en Latinoamérica que permite compartir en tiempo real señales de comportamiento sospechoso entre entidades. Galicia, Naranja X y Santander forman el núcleo fundador de esta iniciativa, marcando un precedente para la colaboración regional.
Paradójicamente, mientras el 87% de los encuestados coincide en que combatir el blanqueo de capitales requiere mayor intervención regulatoria, persiste una desconexión operativa. El 60% afirma que un caso de blanqueo suele generar otros casos relacionados, pero el 44% limita sus investigaciones únicamente a la cuenta individual en cuestión.
Esta fragmentación investigativa es precisamente lo que aprovechan las organizaciones criminales. Mientras los bancos operan en silos, los delincuentes coordinan operaciones transfronterizas y multisectoriales.
Perspectivas globales vs. locales
Existe una interesante dicotomía en las percepciones regionales. El 75% de los encuestados cree que los bancos globales están ganando la batalla contra los delitos financieros, pero solo el 54% considera que su propia organización está teniendo un impacto significativo en esta lucha.
Esta brecha perceptual sugiere que, aunque reconocemos los éxitos globales, no estamos traduciendo efectivamente esas victorias al contexto local latinoamericano.
La urgencia de la acción
Los datos de BioCatch son reveladores: sus clientes globales detectaron más de 500,000 cuentas mulas utilizadas para blanquear dinero en 2025. Thomas Peacock, director de Inteligencia Global contra el Fraude de la compañía, es directo: “es evidente que los delincuentes blanquean dinero casi con toda seguridad a través de todos los principales bancos del mundo.”
Para los líderes tecnológicos, esto representa tanto una amenaza como una oportunidad. La amenaza es clara: nuestros sistemas actuales son insuficientes. La oportunidad radica en desarrollar soluciones que no solo detecten el fraude, sino que lo prevengan mediante análisis predictivo y colaboración inteligente.
La batalla contra el crimen financiero en Latinoamérica no se ganará con tecnología obsoleta o enfoques fragmentados. Requiere una transformación fundamental en cómo concebimos la seguridad financiera: de reactiva a predictiva, de individual a colaborativa, de local a regional.
Los CIOs que lideren esta transformación no solo protegerán sus organizaciones; contribuirán a fortalecer la confianza en todo el sistema financiero regional. En un mundo donde 3 mil millones de personas interactúan diariamente con plataformas digitales financieras, esta responsabilidad trasciende las fronteras corporativas.