Las nuevas tarifas arancelarias impulsadas por la Administración Trump podrían socavar los esfuerzos de liderazgo en inteligencia artificial al encarecer dramáticamente la construcción y operación de centros de datos en EE.UU.
Luego de que la Administración Trump anunciara inversiones récord para convertir a Estados Unidos en líder mundial en inteligencia artificial, sus nuevos aranceles comerciales podrían poner en riesgo ese objetivo. Aunque los chips están exentos, los materiales esenciales para construir centros de datos (como acero, aluminio y transformadores), enfrentan aumentos de costos significativos.
Esto amenaza con encarecer la infraestructura, frenar el desarrollo del sector y debilitar la competitividad frente a potencias como China. El resultado: una industria estratégica atrapada entre la ambición tecnológica y las tensiones del proteccionismo económico.
¿Cómo se construye una potencia en inteligencia artificial?
Con cerebrosy sobretodo con muchos CPUs. Pero también con músculo: acero, aluminio, transformadores, sistemas de refrigeración, kilómetros de cables y servidores ensamblados en el otro lado del mundo. Y ese músculo, hoy, está en la mira de las tarifas comerciales impuestas por la Administración Trump desde los Estados Unidos.
La paradoja es evidente. Mientras el gobierno de Estados Unidos anuncia inversiones multimillonarias en infraestructura de IA —como el ambicioso “Project Stargate” de 500 mil millones de dólares presentado junto a figuras como Sam Altman (OpenAI) y Larry Ellison (Oracle)—, al mismo tiempo impone aranceles de hasta 46% a componentes y materiales claves para los centros de datos donde esa IA cobra vida.
¿Proteger la economía o ponerle un freno a la innovación?
El análisis publicado en Forbes por Richard Nieva y Rashi Shrivastava pone el dedo en la llaga: los aranceles no tocan (por ahora) a los semiconductores, pero sí afectan los elementos que permiten construir los espacios físicos que los alojan. Y eso tiene consecuencias. Según Jason Miller, experto en cadena de suministro de Michigan State University, “no hay duda de que esto aumentará la estructura de costos de los centros de datos”.
Y como señala el inversionista Gavin Baker de Atreides Management, aunque este país quiera reindustrializarse, el tiempo juega en contra. “Para cuando logremos producir estos sistemas localmente, habremos perdido la carrera de la IA”, advierte.
Tarifas, riesgos y una nube menos flexible
Empresas como CoreWeave, recién salida a bolsa con una valuación de 23 mil millones de dólares, ya lo dejaron claro en sus prospectos: los aranceles son un riesgo directo para su modelo de negocio. El encarecimiento de GPUs y componentes críticos podría frenar la expansión de servicios en la nube, elevar los costos para los clientes… y ralentizar toda una industria.
Y la factura no se queda en el papel. Las tarifas del 34% impuestas a China —y su contraataque equivalente—, junto a las nuevas tasas de 32% a Taiwán y 46% a Vietnam, ya afectaron severamente a gigantes como Apple, Nvidia y Tesla. El mercado respondió con una caída histórica del S&P 500, solo comparable con los días más duros de la pandemia.
Centros de datos: los nuevos campos de batalla geopolíticos
Matt Mittelsteadt, del Cato Institute, lo resume así: “Los centros de datos son objetos físicos”. No se trata solo de software, sino de estructuras complejas dependientes de una red de suministros global. Subir el precio del acero —que ya acumula un alza del 30%— o de transformadores eléctricos implica menos capacidad instalada, más costos para el consumidor y más incertidumbre para los inversionistas.
Y ese último punto es clave. Daniel Golding, consultor en centros de datos, advierte que el verdadero peligro no es el impuesto en sí, sino la inestabilidad: “El problema es la incertidumbre. Esto puede cambiar en cualquier momento y destruir el financiamiento de un proyecto”.
¿Un futuro más caro y menos competitivo?
Para una industria como la IA, que aún no logra retornos masivos sobre las enormes inversiones que requiere, este escenario plantea preguntas incómodas: ¿será viable construir nuevos centros de datos en Estados Unidos? ¿Seguirá siendo competitivo frente a países que no enfrentan estas barreras? ¿Están los consumidores listos para asumir el sobrecosto de esta política comercial?
Porque al final del día, detrás de cada modelo de IA, hay un centro de datos físico… y cada tornillo más caro puede hacer que EE.UU. se quede atrás en la carrera que, según su propia narrativa, no puede permitirse perder.