En el desafiante panorama de la ciberseguridad, la biometría se posiciona como una herramienta clave, pero no exenta de riesgos.
¿Cómo confiar en un futuro digital donde cada interacción puede ser una puerta a nuestras vidas? Esta es la pregunta que empresas y usuarios deben responder frente al aumento vertiginoso de los ciberataques.Y no es para menos, Cybersecurity Ventures estima que los costos mundiales del cibercrimen a nivel mundial podrían alcanzar los 10.5 billones de dólares en 2025, frente a los 3 billones que se tuvieron en 2015. En este contexto, la autenticación biométrica emerge como un recurso estratégico.
La autenticación biométrica emplea rasgos únicos como huellas dactilares, reconocimiento facial y escaneo del iris, ofrece un nivel de seguridad sin precedentes, pero también plantea interrogantes sobre privacidad y vulnerabilidad.
Estos datos biométricos se consideran una categoría especial de los datos personales, ya que permiten identificar de manera única a un individuo, y si bien son altamente seguros por su precisión para proteger a los individuos del robo de identidad, usurpación de cuentas y fraudes, no están exentos de delitos, por lo que, si no se protegen adecuadamente, pueden ser utilizados para monitorear a las personas sin su consentimiento.
La biometría: ¿un salvavidas o una espada de doble filo?
Daniel Mazzucchelli, Director de Expansión de Sumsub para Latinoamérica, subraya las ventajas de la biometría frente a métodos tradicionales como contraseñas o PIN: “La biometría es fácil de usar, altamente segura y elimina la necesidad de recordar contraseñas. Además, protege contra el robo de identidad gracias a la singularidad de los rasgos biométricos”, afirma.
Sin embargo, la tecnología no está exenta de riesgos:
- Violaciones de datos: A diferencia de una contraseña, los datos biométricos robados no pueden cambiarse, lo que los convierte en un objetivo codiciado.
- Falsos positivos o negativos: Estos errores afectan tanto la seguridad como la experiencia del usuario.
- Recelo de los usuarios: Las preocupaciones sobre privacidad disuaden a algunos de adoptar esta tecnología.
- Cumplimiento normativo: El manejo de datos biométricos está sujeto a estrictas regulaciones que varían por región.
- Vulnerabilidad a deepfakes y falsificaciones: La necesidad de tecnologías avanzadas para detectar intentos de suplantación es crítica.
Casos reales: cuando la seguridad falla
En octubre de 2023, la empresa de pruebas genéticas 23andMe sufrió una filtración que expuso datos personales y genéticos de casi 7 millones de personas. Este incidente evidencia la urgencia de implementar medidas de protección robustas en la gestión de datos biométricos.
Soluciones para un futuro más seguro:
- Autenticación multifactorial (MFA): Combinar biometría con otros métodos de verificación agrega una capa adicional de seguridad.
- Biometría multimodal: La integración de varios rasgos biométricos mejora la precisión y reduce el riesgo de falsos positivos.
- Cumplimiento normativo estricto: Adoptar medidas técnicas y organizativas alineadas con regulaciones locales e internacionales.
Mazzucchelli concluye: “La biometría no solo fortalece la seguridad, sino que también abre el camino hacia un futuro más confiable y conectado. Su combinación con tecnologías emergentes como la inteligencia artificial asegura su efectividad frente a riesgos como los deepfakes”.
El balance entre seguridad y privacidad
La autenticación biométrica representa una solución avanzada para proteger a empresas y usuarios frente a las crecientes amenazas cibernéticas. Su adopción, no obstante, debe ir acompañada de una gestión responsable y ética de los datos. Solo así podremos confiar en un futuro digital verdaderamente seguro.