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Cuando se habla de Internet de las Cosas todavía hay muchas preguntas que pocos pueden responder.
Arturo Campos Fentanes (Sisoft de México), MUNDO EJECUTIVO
Cuando se habla de Internet de las Cosas todavía hay muchas preguntas que pocos pueden responder. Hasta ahora, Internet de las Cosas se asociaba más a la comunicación de objetos a objetos (Máquina a Máquina, M2M) en servicios de industria y de energía, petróleo y gas. Para esto, ha sido necesaria la fabricación de productos con capacidades de comunicación M2M, es decir, componentes como las etiquetas inteligentes RFDI, contadores inteligentes o sensores de red inteligente.
Gartner predice que para el año 2020 habrá hasta 30 mil millones de dispositivos conectados con direcciones IP únicas, la mayoría de los cuales serán productos y que el valor económico total de Internet de las Cosas será de 1.9 billones de dólares. Se está gestando una nueva economía que beneficiará e impactará a un amplio abanico de industrias, como la salud, el comercio y el transporte.
Esta inminente revolución digital implica cambios estructurales, organizativos y de procesos y un ejercicio continuo de innovación que da origen a nuevas tecnologías para hacer frente al aumento del número de nodos inteligentes, mayor volumen de información que necesita almacenarse de forma permanente en servidores de internet, la transformación de grandes cantidades de datos en inteligencia para el negocio.
Además del debate abierto sobre los posibles problemas de privacidad de los usuarios y seguridad de los datos o sobre los derechos de propiedad intelectual. Según Gartner, el éxito de las tecnologías masivas está en su democratización, es decir, la posibilidad de que las personas puedan crear y adaptar éstas a sus necesidades específicas y compartir con otras personas como por ejemplo ocurrió con la web.
Este escenario nos induce a pensar en multitud de posibilidades de negocio, si bien es cierto que la adaptación general de Internet de las Cosas no se está produciendo a la velocidad deseada, estamos asistiendo ya a importantes avances en las tecnologías subyacentes como son la optimización de la propia tecnología de red inalámbrica o la estandarización de los protocolos de comunicaciones que facilitan la recopilación de datos a través de sensores inalámbricos, etiquetas de identificación por radiofrecuencia (RFID), inteligencia embebida y nanotecnología, los cuales son capaces de conformar una auténtica red ubicua para poder interactuar: en cualquier lugar, a cualquier hora, por cualquier persona y con cualquier cosa.
No podemos dejar de mencionar las oportunidades de negocio para los operadores de telecomunicaciones, a través de las redes móviles de cuarta generación, que permiten velocidades de vértigo en el tráfico de datos combinado con Internet de las Cosas.
En definitiva, podemos decir que prácticamente toda la industria se verá afectada por Internet de las Cosas, lo que significa que en un futuro inmediato, “cosas” como objetos de consumo, automóviles, infraestructuras urbanas y todo tipo de dispositivos y activos empresariales estarán conectados a Internet, lo que a su vez implica no sólo nuevas experiencias, sino la creación de nuevos modelos de negocio más eficientes. Así, Internet de las Cosas transformará a la sociedad en una tecnológicamente avanzada.