Los cibercriminales han llevado los ataques en línea a otro nivel, pues hoy en día venden incluso cuentas de redes sociales para generar spam de aspecto profesional.
Generalmente las cuentas vendidas son de personas reales cuyas credenciales han sido puestas en peligro. Como mínimo estos perfiles se utilizan para inflar los ‘’me gusta’’ de una página o falsificar opiniones; aunque hay usos más insidiosos como ocultar la identidad de alguien para llevar a cabo actos criminales con amigos testimoniales que se suman al engaño.
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La atracción de los atacantes por este nuevo modus operandi se debe a que si bien hay cada vez más controles tecnológicos, a través del perfil de un usuario con datos realistas y una lista de contactos creíble se pueden sortear fácilmente las barreras que implementan los profesionales de la seguridad.
Además las redes sociales no siempre cuentan con soluciones y políticas de seguridad sólidas, o incluso si disponen de éstas vale la pena asumir el coste de descubrir cómo atravesarlas por tener la oportunidad de comprometer la base de usuarios.
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Según el informe semestral X-Force de IBM, se espera que las aplicaciones de ingeniería social se vuelvan más sofisticadas a medida que los atacantes crean redes de identidades complejas y afinan el arte de engañar a las víctimas.