2012 será recordado porque es el año en el que las ideas fueron el centro del negocio, sin dudas la explosión de las apps para teléfonos inteligentes y tabletas fueron los verdaderos protagonistas del año, eclipsando a otras propuestas tecnológicas no menos interesantes, pero con menos glamour, como el caso del Big Data.
Un sinnúmero de gurúes hablaron de ideas y vendieron múltiples cursos para generar ideas, para ser más creativos y para que cada programador alcance la app que le de fama y fortuna.
¿Acaso Usted no considero en el último año que desarrollar alguna app, podría ser interesante?
Pues bien, fuimos todos timados por los promotores del mundo emprendedor, la máquina de generar ideas solo frustra programadores y malgasta tiempo.
No existe nada más frustrante que la realidad, todos tenemos una tendencia a creer que nuestros GPS encontró la posición exacta del final de arco iris y que la supercarretera se compone de una idea genial que surge por obra y arte del destino.
El campo de las ideas es adictivo, muy similar a jugar a la ruleta, probamos una y otra vez por más que nuestra conciencia nos grite que el 99% de las probabilidades están en nuestra contra.
Quiero señalar en este punto, que gran parte de mi carrera profesional la he sustentado en buenas e ingeniosas ideas, pero es hora que yo no compre lo que vendo, ni Ustedes tampoco.
Es hora de recuperar la cordura en el campo del desarrollo y volver a preceptos de la vieja economía “tuneados” para resultar útiles en la nueva economía.
Es un verdadero contrasentido que personas que trabajamos con la lógica nos dejemos traicionar por el ego una y otra vez.
Una de mis fuentes de inspiración para esta nota es mi buen amigo Silvio Pestrin Farina, CEO de Fiction City, quien siempre sostuvo que una solución debe siempre responder a una necesidad específica, debe resolver un problema y no ser una solución alternativa a otras ya existentes.
El mercado es un gran pastel, si resolvemos un problema, el pastel será enteramente nuestro, pero si somos una alternativa a miles de soluciones, seremos una porción diminuta de ese pastel.
En términos de mercado, ¿es lógico pensar de forma local?
Resulta obvio decir que el tamaño de la porción de mercado a la que aspiramos es proporcional al tamaño del pastel.
Pero a la hora de poner foco en soluciones, es racional enfocarse en un mercado global dentro de una economía sin fronteras.
Manejar el talento de un programador requiere enfocarlo para obtener resultados, porque siempre corre el riesgo de quedar enredado en el campo de las ideas y ser confundido por su propio ego.