El crecimiento de la computación social en América Latina, es exponencial. En Argentina, según un informe recientemente publicado por ComScore, el 93% de la población web, utiliza las redes sociales –lo que representa un 12% más que el año anterior.
Pero, ¿qué sucede en el interior de las organizaciones con esta tendencia?, ¿cuál es el uso que se les puede dar?, ¿qué beneficios y complicaciones puede traer su adopción?
Sin duda, la implementación de esta clase de aplicaciones esconde un gran potencial, en cuanto a: mejorar la colaboración, la productividad, la conexión entre los clientes y socios. Todo parece indicar que, cuando hablamos de Social Computing estamos hablando de un nuevo paradigma en lo que respecta a la cultura de trabajo, a las formas y procesos de comunicación en las organizaciones, donde lo que prevalece es la construcción colectiva de conocimiento, que además de promover la difusión y discusión sobre determinados skills, búsquedas laborales internas y formación de grupos de interés, abre la posibilidad de intercambiar, de manera descentralizada y no jerárquica, la información. En ese punto, podemos pensar que se rompe con antiguos métodos y visualizamos la aparición de un nuevo paradigma.
Implementar estas aplicaciones, de manera estratégica, implica tener en nuestras manos una buena posibilidad para mantener motivado, retener y fidelizar al personal, aprovechando plenamente la conectividad, favoreciendo la interconexión, el intercambio de contenidos y su participación activa.
Dentro de una organización, las relaciones jerárquicas se respetan y comprenden, pero esta nueva manera de comunicarse podría remitirnos a considerar una nueva democracia digital y la construcción de una “inteligencia colectiva”, por medio de las aplicaciones que brinda la computación social, las cuales nos permitirían publicar, compartir textos, contenido audiovisual, etc., con fines profesionales. Así, cada empleado/usuario, es un co-productor, mejorando considerablemente la transmisión de información, reduciendo asimetrías, gracias al intercambio horizontal de información. Esta es, sin dudas, la tendencia.
Sólo debemos destacar que, esta nueva conducta supone un gran desafío al interior de las organizaciones, ya que, el exceso de información puede producir falta de atención en los empleados, algo que afectaría directamente el rendimiento y la optimización de recursos. Un desafío que debe asumirse, en un entorno que demanda ser cada vez más abiertos al cambio, a la participación, a la incorporación de prácticas colaborativas y multidisciplinarias.
Por Pablo Chamorro – Country Leader de Unisys Argentina.