A la hora de hablar de estrategia en las empresas, resulta poco comprensible que un CFO tenga un rol protagónico para definir que tecnologías son las más adecuadas para competir en un mercado cada vez más complejo.
Si bien, el CFO no decide técnicamente, es quien libera fondos y esto en la práctica es casi lo mismo, que optar por un producto u otro.
EL CFO es en contraposición con el CIO, la persona que justifica el éxito de su gestión evitando el gasto, mientras que el CIO no puede gestionar si no invierte.
El CFO pretende que el CIO sostenga el flujo de la información de la compañía de forma aceitada y que pueda proveer una dinámica que oxigene su sector económico financiero.
En una gran cantidad de casos, no comprenden que el CIO es un aliado estratégico para tener control real de la compañía, pero no todo es control en la construcción del éxito.
La falta de independencia en el presupuesto del CIO es un objetivo del CFO, ya que es una variable que espera tener controlada, para mantener una suerte de equilibrio financiero, pero no tiene el CFO la capacidad para medir el impacto que tiene en la organización, este tipo de políticas.
Ante la imposibilidad de contabilizar los intangibles que forman parte del portafolio de un CIO, se produce una visión distorsionada de la realidad, y se subvalúan tareas y funciones que en la empresa moderna motorizan el crecimiento, la innovación.
Sin dudas el CFO inteligente espera que el CIO sea un atractor dentro de la organización, al cual pueda aliarse para gerenciar de manera colegiada el cambio continuo, y por sobre todo un punto de apoyo para promover la innovación.
Sin dudas el CFO moderno, es el que deja de lado gran parte de lo que aprendió en la universidad y se adapta a los tiempos actuales