En la última edición del IFA de Berlín -recientemente celebrado-, se han mostrado los avances en tecnología destacando las pantallas curvas, como en el Note Edge, una versión del Note 4 que destaca por contar con una pantalla curvada ubicada en el lateral derecho del dispositivo.
Hace un año, El LG G Flex se convirtió en el primer smartphone con una pantalla curva que se inclinaba en forma de arco en vertical. La firma considera que de esta manera, es posible una mejor adaptación al rostro durante las llamadas de voz y además, su capacidad de hacerse flexible es capaz de soportar el peso de hasta 50 kilogramos.
Además es autorreparable a las rayaduras superficiales y que no superen la primera película. Tras este ejemplo desembarcó el Galaxy Round, un terminal de Samsung que se curva en horizontal. Aunque aún no se sabe cómo recibió el mercado ambos dispositivos, según algunos estudios, los smartphones flexibles tienen una durabilidad menor.
El diario ABC recuerda que el mismo camino han seguido las televisiones, sucumbiendo a la belleza de la curva. Samsung y LG han ideado modelos que se curvan, algunos de forma automática, todo para mejorar la experiencia visual y obtener sensaciones tridimensionales. El reto de estos formatos es acercarse al efecto de las pantallas del cine.
Las principales marcas llevan varios años de investigación y solicitudes de patentes para desarrollar pantallas que se doblen con facilidad, una idea muy cinematográfica. Apple y Samsung han hecho lo propio y buscan llevar estos paneles a un aparato del mercado de consumo que ha revolucionado tanto la economía como la sociedad: el teléfono móvil inteligente.
La fiebre por este tipo de pantallas no ha hecho más que empezar. Los dispositivos wearables también han comenzado a curvarse y en el aire queda la duda de si es una moda que tiene febril al mercado, o si nuestro mundo, redondo ya, cabe ahora en una buena curva.