La reciente “intención” de Google de retirarse de China, y las idas y vueltas que surgen después de que se movieron algunas piezas sobre el tablero, nos lleva a un cúmulo de preguntas sin respuestas y a la reflexión para entender mejor el mundo de la tecnología y su impacto en la ciudadanía.
Por un lado tenemos verdades irrefutables, China representa aproximadamente el 20% del total mundial de internautas, un mercado impresionante y una curva de crecimiento económico que cuestiona al mismo Gauss.
En el 2006, Google firmó un acuerdo con el gobierno Chino, por el cuál aceptaba las reglas de juego para participar comercialmente de uno de los mercados mas jugosos de la economía global.
En aquel entonces, no existían problemas ni cuestionamientos a “filtrar” información sobre temas “sensibles” para el gobierno chino.
Baidu era el buscador mas popular en China y en una feroz pelea Google solo obtuvo el 30% de market share sobre un 60% que aún conserva Baidu, para resolver las búsquedas que se realizan en la segunda economía mundial.
Ahora bien, la tensión que despierta la enorme actividad subterránea de hackers atacando de un lado al otro del mundo, es sin duda el mayor punto de divergencia, en donde todos coincidimos que está mal, pero nadie está libre de pecados en esta lucha.
Desconocer que una guerra subterránea en el mundo tecnológico se está librando, es pecar de inocencia temeraria.
Daría la impresión que la retirada de Google se relaciona mas con el fracaso de alcanzar el liderazgo que con planteos de ataques cibernéticos, que todos sufrimos y son parte de la imprevisibilidad del negocio.
La libertad de expresión
Este punto es muy difícil de rebatir, es un derecho fundamental del hombre, expresado tanto en la primer enmienda de la Constitución Americana, como el todas las Constituciones Nacionales de América Latina.
La pregunta es ¿derecho fundamental del hombre? O ¿derecho fundamental del hombre occidental?
Los Siux que poblaron el suelo americano, tenían en su sabiduría una frase que siempre me invita a dudar… “Antes de hablar de otra persona, primero debes caminar 20 leguas con sus sandalias”.
Por otro lado, ¿el derecho a la vida, no es igual de importante que el derecho a la libre expresión?
Nos horrorizamos de que el pueblo chino no tenga libertad de expresión, y no discutimos sobre el aborto y la pena de muerte, por que simplemente muchos países occidentales permiten terminar con la vida en ciertas circunstancias…
Sinceramente no puedo opinar en este caso, por que no soy chino, y no sé a ciencia cierta si esto está bien en su cultura.
Como occidental no dudo, la libertad de expresión NO se negocia, pero mi seguridad sobre este tema aplica al mundo Occidental.
Los cuestionamientos éticos abundan, firmaron un acuerdo que ahora no están de acuerdo, queda la duda eterna de que la presión tecnológica hostil sea tremenda e insostenible, queda la duda de si hubiesen surgido estos cuestionamientos si Google hubiese logrado el 80% de market share en China, queda la duda de que si Internet no interfiere con la cultura e identidad china, queda la duda si realmente la cultura china ve a la libertad de expresión como un derecho NO negociable.
Sin dudas la tecnología transforma la cultura y la forma de vida de los habitantes de todo el mundo, tan cierto este axioma como que no tenemos derecho a occidentalizar a la cultura e identidad China, milenaria en tiempo y sabiduría.
El debate queda abierto, hay muchas dudas y pocas certezas…
Por Marcelo Lozano – Director CIO América Latina