La pandemia apareció y la crisis económica global llevó a los grandes fondos de inversión a replantearse estrategias y optar por el conservadurismo y el “esperemos a que la tormenta pase”. A raíz de esta coyuntura, las empresas de tecnología de Latinoamérica con afán de escalar sus soluciones a nivel global, y que aspiraban lograrlo mediante la inyección de capital intensivo, debieron revisar sus planes y dar un timonazo. El primer semestre de 2022 muestra un total de inversiones en la región de cinco mil millones de dólares, que representa una caída de un 23% respecto al primer semestre 2021. En este contexto, el bootstrapping cobra un nuevo valor.