Platican con sus amigos a través de FaceTime o viendo sus perfiles en Instagram, y al final parece que siempre hay un invitado digital en casa: la tableta o el smartphone de los niños.
Ellos pertenecen a la primera generación que tocó una pantalla que no se movía y se preguntó qué pasaba; los primeros que, cuando un juguete se rompió, dijeron: “no te preocupes, podemos descargar otro”, y los primeros en darse cuenta de que el mundo real se junta sin interrupciones con el digital.
Los “niños digitales” saben perfectamente cómo moverse en el mundo online: cómo mandar mensajes de texto, enviar correos electrónicos, como conectarse al Wi-Fi y cómo ver lo que quieren, cuando quieren verlo. Hasta los deberes son mucho más fáciles ahora que tienen a su disposición virtualmente todo el conocimiento de la mano de Google.
El autor del libro ‘Creciendo en la era digital’, Don Tapscott, pasó mucho tiempo estudiando cómo la generación nacida en la era de las computadoras será diferente a las anteriores.
“La generación móvil está creciendo rodeada de bits” afirma, y “sus cerebros son, de hecho, distintos”.
Según afirma el autor, la forma en la que un cerebro se conecta depende de a qué le dedicas tu tiempo.
“Mi generación creció viendo la televisión, fuimos receptores pasivos. Hoy en día los chicos llegan a su casa y encienden sus dispositivos móviles, con los que escuchan música, chatean con sus amigos y juegan a videojuegos, todo al mismo tiempo”.
CHICO INTERNET
Los chicos están acostumbrados a vivir pegados a una pantalla. Todos los datos que nuestros hijos crean y suben a la red, junto con su habilidad de traer a los amigos a la casa a través de una tableta, les hace preguntarse a los padres si están creciendo en un mundo donde la privacidad no significa nada.
“En una época donde nuestras vidas están grabadas y analizadas por una cantidad incontable de servicios, organizaciones y el estado, educar a los jóvenes sobre la importancia de la privacidad y considerar qué información deben compartir debería estar bien arriba en la agenda”, afirmó el vicedirector del organismo pro derechos civiles Big Brother Watch, Emma Carr.
“Estamos viendo los primeros casos de gente que se está viendo forzada a entregar contraseñas de redes sociales antes de que se les ofrezca un empleo. El acoso digital se ha vuelto un problema claro y las historias de compañías y el gobierno fisgando las comunicaciones de la gente son algo corriente”, añade Carr.
“La idea de que la privacidad ha muerto está completamente infundada, pero la forma en la que protegemos nuestra privacidad está cambiando de forma fundamental”, asegura.
“Los chicos son conscientes de la cuestión de la privacidad e intuitivamente entienden la idea de que hay que usar los datos de forma responsable”, añade el autor.
Y en lo que respecta a la privacidad de la información, hay evidencia de que las compañías están empezando a entender que los individuos quieren retomar el control de lo que consideran su bien más preciado: sus datos. Las empresas están desarrollando aplicaciones que permiten a la gente guardar toda la información que suben a la red en un mismo lugar.
Mientras tanto, el control que un individuo tiene sobre la información que existe en Internet sobre ellos está también en entredicho.
El mes pasado una corte europea pasó la denominada ley del “derecho al olvido”, ordenando a Google que quitara vínculos a páginas sobre información financiera de individuos que estuviera caduca.
Tener una interacción tan temprana con la tecnología ha provocado que muchos estudios se pregunten si nuestros hijos están pasando demasiado tiempo inmersos en un mundo digital adictivo y poco cruzando la calle, jugando en el barro o cazando mariposas.
¿QUÉ OPINAN USTEDES? ¿CÓMO SE LLEVA LA VIDA DIGITAL EN SUS CASAS?