Convencido de que su palabra podría convertirse en papel mojado, Elon Musk se desdice (de nuevo): va a comprar Twitter para convertirlo en otra cosa.
A estas alturas y viendo en retrospectiva lo que ha sido la batalla épica de Elon Musk contra Jack Dorsey quizás sea el momento de adelantar una conjetura: en realidad, Musk odia a Twitter. Intensamente.
Sólo eso y un faraónico arrebato de egomanía podría explicar que asegure que va a pagar US$ 44.000 millones (cercano al PIB de un país como Venezuela) para adquirir Twitter y convertirla en polvo. Algo así como quemar todo ese dinero.
Y es que decir que la va cambiar – según un reporte de la agencia Reuters -, aunque mantenga el nombre (no está seguro) suena a delirio y nos permite hacernos algunas preguntas:
- ¿No es más conveniente que use todo su “experticia” en redes sociales ganada en años de ejercicio (… en Twitter…) para construir una nueva y refulgente red social, de paquete, que refleje todo su talento?
- ¿Por qué pagar por algo en lo que no cree?
- ¿Por qué usarla?
- ¿Por qué no apoyar a Donald Trump y combinar sus habilidades y experiencias en derrocar la dictadura de Twitter que tanto parece molestarles?
Cómo diría Shakespeare, algo huele mal en Dinamarca…
Tarde, muy tarde, demasiado tarde
En realidad, al mejor cazador se le va la liebre. O la versión educada de uno refrán más mordaz: “a todo listo lo engaña un tonto”.
Luego de haber atacado sistemáticamente y sin remilgos todo lo que Twitter y sus directiva representan – presumiblemente para comprar más barato – se encontró (¡Oh, sorpresa!) con que la directiva actual estaba a punto de ganar en tribunales la demanda interpuesta que lo obligaba a pagar la suma comprometida, comprara o no a Twitter. ¡Auch! Eso seguro dolió.
Así que no le queda más remedio que adquirir la red que acaba de sobrevivir a todos sus ataques y – si es realmente listo – se comerá de nuevo sus palabras al hacer unos (pocos) cambios aquí o allá. Nada trascendental.
Después de todo, una organización que sobrevive a las críticas de un presidente estadounidense y del empresario tecnológico más exitoso del mundo algo debe estar haciendo bien.
Y, sin duda, Elon Musk no ha tenido – hasta ahora – nada que ver con eso.
Luego de haber atacado sistemáticamente y sin remilgos todo lo que Twitter y sus directiva representan – presumiblemente para comprar más barato – se encontró (¡OH, sorpresa!) con que la directiva actual estaba a punto de ganar en tribunales la demanda interpuesta que lo obligaba a pagar la suma comprometida, comprara o no a Twitter.
Factor X
Varias cosas quedan claras después del anuncio realizado por Musk en la tarde de este martes:
1.- Tribunales no, pls.
No importa que tanto Musk como Twitter digan que la empresa apenas cumplió con la condición de deshacerse de los bots (nunca sabremos cuántos) que se supone que tenía.
La apresurada huida hacia adelante del fundador de Tesla parece dejar claro que no puede sostener en tribunales que, realmente, los mismos era importantes o responsabilidad de la red del ajarito azul.
Más allá del daño que está conseja le hizo a la reputación de la comunidad de los trinos, lo cierto es que tanto los bots como las cuentas compradas apenas afectan la credibilidad de ésta y, sin duda ella no gana nada con su existencia.
Por el contrario, estos son productos de quienes intentan manipular las tendencias con falsas “viralidades”.
Elon Musk lo sabe. Por eso prefiere llegar a un arreglo.
2.- Contigo o sin ti
Al ser los bots una consecuencia de las interacciones de Twitter, de alguna manera, se demuestra el poder de exposición de la red que le ha permitido ser el Rey David de las social media. Al igual que el mítico Rey de los judíos que puso a este pueblo en los titulares de la historia universal (o, al menos, es lo que dicen quienes exaltan la figura) no fue ni el más rico ni el que tenía más territorio en su tiempo. Tampoco el más poderoso o influyente puesto que todos estos títulos parecen reservados a los faraones egipcios o reyes persas de la época. No obstante, su leyenda compite con la de Ramses II: el más grande y eterno.
Del mismo modo Twitter ha sido despreciada por sus competidores, una y otra vez. Comparada con Facebook, superada por Instagram y olvidada por los promotores de YouTube y Tik Tok, lo cierto es que, cuando alguna de estas redes falla, nos enteramos por Twitter.
Así de grande es su poder.
3.- Ni se compra ni se vende
Nos guste o no, parece innegable que Facebook envejece mal, Instagram lo hace rápido frente a Tik Tok mientras que Twitter recuerda a los vampiros de Deborah Harkness: parece que siempre han estado ahí y que nada puede (ni debe) cambiar eso.
Su secreto… que no la ha hecho la favorita del mercado bursátil, pareciera ser la casi absoluta capacidad de crear nichos a la medida de las audiencias, haciéndola casi imposible de manipular.
Los gobiernos lo intentan. Las empresas también. Pero la conversación parece refractaria: al final la gente cree lo que quiere creer.
Eso es, precisamente, lo que intenta “robar” Musk pues no pudo transmutarlo en su X.com que, según su historia empresarial recreada por Infobae, cuenta con más de 20 años.
Puede que Musk sea tan talentoso como él cree que es, pero todo este largo affaire deja en claro que reconoce la capacidad de influencia casi omnipresente de Twitter y, como Víctor Frankenstein, lo quiere para su propia creación.
¿Qué significa eso para Twitter? Probablemente que perderá el nombre pues el señor tiene preferencia por la X.
Fuera de eso, el cambio debe ser gatopardiano para evitar matar a la gallina de los huevos de oro…
4.- ¿Mr. Dorsey o Mr. Darcy?
Finalmente, pase lo que pase con la plataforma de microbloging, Jack Dorsey podrá – gracias a Elon Musk – finalmente recompensar a los accionistas que, año tras año, vieron caer el precio de la empresa por las agrias consideraciones de los analistas de Wall Street.
Y, si Musk se decide a incinerar su dinero demoliendo lo que ha hecho de la red el medio universal, siempre es posible que el señor Dorsey (ahora más rico que el héroe favorito de Jane Austin) refunde la red de los trinos, aprendiendo de casi 20 años de errores.
Más todos los que podrá cometer Musk en el trayecto de esta refundación.
Total, Dorsey sabe hacer que una red social se vuelva creíble, global, amplia e influyente.
Todo lo demás es circo.