El sector agrícola también vive importantes transformaciones con el acceso de nuevas tecnologías, servicios y modelos de operación que harán más eficiente la producción de todo tipo de alimentos.
El internet de las cosas, IoT, es un término muy amplio que abarca infinidad de aparatos que, desde la década pasada, han comenzado no solo a conectarse sino también a interactuar con las personas y entre ellos mismos de manera autónoma, gracias a la agregación de sensores, es decir, diminutos conectores enfocados principalmente a percibir cambios en el entorno y compartir información con otros dispositivos para que procedan en consecuencia.
Hoy millones de sensores nos rodean de forma casi imperceptible, pero aportando una importante cantidad de datos con los cuales las personas y las empresas toman decisiones sin cuestionar su procedencia.
Un buen ejemplo son los sensores de movimiento, de temperatura, de luz, entre otros, que un teléfono celular posee con el fin de ayudarle a su usuario en sus actividades diarias. Si el sensor percibe que el celular se voltea en una dirección y a una velocidad determinada, encenderá su pantalla y se ajustará en la posición adecuada para que el usuario pueda interactuar y escribir o hablar, dependiendo de la tarea que desee realizar con su teléfono.
Del mismo modo, los vehículos actuales han evolucionado considerablemente a lo que eran apenas hace un par de décadas, gracias a infinidad de sensores que ayudan en la conducción, la estabilidad, el consumo de energía, en la seguridad general para la carga y los pasajeros, entre otros.
Gracias a los sensores se consolidó una categoría de productos de los cuales apenas teníamos conocimiento: Los drones. Es posible que se asocien con vehículos con formas similares a los cohetes y enfocados en la industria militar. ¿Pero qué pensaría si le dijera que los primeros drones tenían una finalidad más pacífica, enfocada a las labores del campo?
En japón, a finales de los años 80, se presentó un concepto de helicóptero manejado a control remoto y enfocado particularmente en la asistencia en trabajos rurales. Su objetivo era hacer más productivas las incontables laderas del montañoso terreno insular de esta nación, particularmente los cultivos de arroz.
Su aceptación y consecuente éxito en el mercado revolucionaron la producción agrícola en temas como control de plagas, siembra controlada, cosecha, entre otros, y permitió una acelerada transformación y diversificación de estos aparatos, hasta lo que conocemos hoy como drones.
“La geografía latinoamericana es muy variada y con condiciones extremas, donde pequeños productores ven con dificultad el uso de otras maquinarias industriales, como el tractor. Los drones pueden ayudar en tareas diarias como la siembra, el mantenimiento y el control de plagas, con metodologías más precisas y oportunas y con una excelente relación entre el costo y el beneficio”, aclara Edwin Sánchez CEO de Virtuxplorer.
Pero los drones quedarían incompletos si sacamos de la ecuación a la inteligencia artificial y a la conectividad. La automatización y la reducción de procesos riesgosos y repetitivos ha convertido en un verdadero suceso el desarrollo de máquinas voladoras que hoy asisten a las personas en sus tareas cotidianas y en nuevas tareas que emergen a diario y que cubren desde actividades de defensa y seguridad, hasta diseño e ingeniería, recreación y competición, reportería aérea, entre otros.
Así, enfocarnos en estos tres elementos que emergen de la tecnología informática y que aunados con las telecomunicaciones generarán importantes transformaciones en el sector agrícola.
Sensores y drones, aliados en la revolución agroindustrial
Al respecto, Edwin Sánchez, CEO de Virtuxplorer, empresa especializada en el manejo y la administración del flujos de trabajo a través de drones, explica que “la cuarta revolución industrial se hace más evidente en el sector agrícola y agroindustrial al plantearse un triángulo operativo en el que los sensores, junto con la inteligencia artificial y la analítica, se unen a los drones para mejorar la productividad, incrementar la eficiencia y reducir costos, generando una verdadera transformación digital del agro”.
Esta revolución abarcará tanto las grandes plantaciones y hatos ganaderos, como pequeños cultivos, granjas avícolas, piscícolas e incluso en tierras dedicadas a la conservación ambiental o ecológica. En síntesis, los drones y los sensores combinados con software de operaciones pueden convertirse en valiosos colaboradores del campesino de américa latina.
Al agregar inteligencia artificial, los drones ganan autonomía y pueden determinar, de acuerdo con su programación, el momento adecuado para reaccionar ante una alarma generada por un sensor. Así, en esta década veremos cada vez más drones autónomos resolviendo problemas que anteriormente eran difíciles de gestionar.
Así como los robots han llegado a los hogares y se han apoderado de tareas básicas, como barrer y trapear, los drones irán tomando su lugar en el agro y en otras áreas donde su aporte será invaluable.
Por ejemplo, un conjunto de sensores instalados en una pequeña plantación podrá avisar a los drones si deben fumigar, rociar con agua, o incluso iniciar la cosecha de árboles y plantas de difícil acceso para las personas.
Analítica e Inteligencia Artificial, determinantes de la innovación
De acuerdo con la FAO, entidad de las Naciones Unidas para la alimentación y la agricultura, la humanidad utiliza cerca de 51 millones de kilómetros cuadrados de tierra en agricultura, los cuales deben optimizarse para proveer alimentos para la humanidad en constante crecimiento, si tenemos en cuenta que cifras de la WWF la humanidad está consumiendo en 274 días lo que debería consumir en un año.
Ahí es cuando la analítica de datos y el desarrollo de nuevas soluciones y equipos más inteligentes, autónomos y eficientes energéticamente, se convierten en elementos fundamentales para el desarrollo de la agroindustria del futuro cercano.
Al integrar información de valor aportada por sensores y drones a soluciones de big data y analítica con ML (Machine Learning), las personas pueden acceder a información y conocimiento que previamente era invisible e impedía la toma adecuada de decisiones.
“Cultivar con inteligencia es parte de los procedimientos que exige la cuarta revolución industrial. Con este propósito la humanidad se compromete a mejorar el uso de los suelos y las aguas, a optimizar los cultivos y a desarrollar las tecnologías necesarias para mejorar desde hoy recursos cada vez más preciosos”, asegura Edwin Sánchez. “En Virtuxplorer, hemos desarrollado metodologías y soluciones que ayudan a resolver este dilema. Porque muchas personas pueden creer que somos mayoristas de drones o algo similar, pero esto es muy lejano a lo que en realidad hacemos: convertirnos en los consultores y colaboradores que le permitan al sector agrícola mejorar sus indicadores de productividad”.
Nuevos empleos y nuevas tareas
El Instituto de investigaciones Tecnológicas de Massachussets, MIT, pone de manifiesto que el uso de drones en el sector agrícola y agroindustrial generará importantes mejoras y beneficios.
Estos adelantos se reflejarán en reducción o eliminación de procesos, eficiencia en el uso de energía y en tareas técnicas como el análisis del terreno, la siembra, el monitoreo y mantenimiento de los cultivos, así como en el riego y análisis sanitario de plantas y animales.
Mirando hacia adelante, se pueden involucrar flotas o enjambres de drones autónomos que podrían abordar las tareas de monitoreo agrícola de forma colectiva, así como actores híbridos de drones aéreos-terrestres que podrían recopilar datos y realizar una variedad de tareas, según un estudio de MIT y PwC.
Hoy, sabemos claramente que una nueva generación de empleos surge a partir del desarrollo de tecnologías, hardware, software, aplicaciones junto con soluciones de inteligencia artificial, analítica y aprendizaje, que enriquecerán el panorama del empleo para antes de mediados de la próxima década.
Esos nuevos empleos también surgirán de nuevos negocios y nuevas empresas. Al respecto, el experto en inversiones Francesco Castellano, comenta en un artículo sobre el futuro del negocio de los drones que “dado que el hardware de drones se ha vuelto más asequible para producir y comprar, la fabricación y el hardware en sí no impulsarán el crecimiento de la industria en el futuro. En cambio, los servicios que operan y administran drones para compañías generarán la mayor parte del valor”.
Así, se contará con desarrolladores de software para en análisis de la información generada por los cultivos; programadores de soluciones inteligentes para gestionar tareas repetitivas del campo. También, operarios remotos para trabajos de alto riesgo, de alto consumo de tiempo o de mayor esfuerzo por parte de las personas.
Habrá expertos en sensores y estos colaborarán con ingenieros de telecomunicaciones para que los drones puedan leer las señales que estos dispositivos minúsculos aporten a ingenieros forestales, veterinarios, capataces de fincas y contadores, entre otros, quienes verán mejoradas sus condiciones de producción gracias al aparte informativo de los sensores.
Finalmente, no será extraño contar con agrónomos programadores de drones para analizar datos de cultivos, suelos aguas y temperaturas en diversidad de terrenos y geografías, incluso mecánicos de drones que ayudarán al mantenimiento del ejército de robots voladores que en pocos años acompañarán a las guadañadoras, las motobombas y otros dispositivos que parecerán un poco rústicos frente a la inteligencia y autonomía de los drones.
“Automatizar la productividad, robotizar procesos, parecen acciones del sector industrial y comercial. El turno es para el sector agrícola el cual, gracias a los drones, la analítica y los sensores, se integrará a la cuarta revolución industrial, tal como sucedió hace un siglo al poner en la ecuación productiva a los tractores y los sistemas de riego”, concluye Edwin Sánchez, CIO de Virtuxplorer.