¿Recuerdan la película La Red? Allí Sandra Bullock representaba a una atractiva geek que vivía prácticamente encerrada en una habitación oscura y sin ventilación, sin más contacto con el mundo exterior que el que generaba a través de su computadora conectada a Internet. Corría el año 1995, la web era una novedad a la que accedían apenas un puñado de privilegiados, y la protagonista de la historia ya trabajaba, compraba su cena, planificaba sus vacaciones y se contactaba con sus (pocos) amigos a través de la red.
Lo que hace algunos años puede haber inspirado más de una exclamación de sorpresa, hoy apenas puede despertar una mueca o una sonrisa socarrona por parte de aquellos que saben que lo muestra la película ha sido largamente superado. Esa visión obsoleta de la red como una herramienta misteriosa y críptica, reservada a unos pocos excéntricos con problemas para generar vínculos sociales, es algo que ha quedado totalmente en el olvido.
Es cierto, muchas de las cosas que se muestran en el filme son hoy más que nunca una realidad: en la actualidad somos millones los que día a día trabajamos, hacemos nuestras compras, pagamos nuestros impuestos, nos informamos, nos entretenemos y socializamos a través de Internet. Pero lejos de convertirse en una plataforma que promueva el aislamiento y la falta de vínculos la red es, hoy más que nunca, una importantísima herramienta de socialización, quizás, la más importante que se haya inventado en la historia de la humanidad.
Todos conocemos las historias que rodean a la creación de la web. Todos hemos leído y escuchado que ARPANET, el proyecto iniciado por Estados Unidos en la década del ’60 y que daría lugar, más de treinta años después, a lo que hoy conocemos como Internet, era en sus orígenes un proyecto del Departamento de Defensa para mantener a sus universidades y centros de investigaciones conectados ante la amenaza de un ataque nuclear. Pero, ¿era sólo este espíritu el que anidaba detrás de los orígenes de Internet? ¿O acaso la red fue, desde sus inicios, pensaba como una auténtica herramienta de socialización e interacción donde gran parte del poder estuviera puesta en manos de los usuarios?
Al fin de cuentas, los primeros esfuerzos por generar una red de interconexión mundial fueron llevados adelante por un puñado de científicos que produjeron la gran mayoría de los adelantos que hoy posibilitan la existencia de Internet. La redes de área local, el protocolo TCP/IP, el e-mail, el FTP, son adelantos logrados entre los ’60 y los ’70 y sobre los que se asientan, aún hoy, gran parte de los pilares de la web.
Dos de los pioneros que erigieron los fundamentos de la red fueron JCR Licklider y Robert W. Taylor. En 1968, estos dos científicos norteamericanos publicaron un paper denominado La computadora como dispositivo de comunicación. Aún faltaban por lo menos seis años para que se comenzara a utilizar el término Internet, sin embargo, en ese texto, los autores trazan muchos de los conceptos que dan sostén al actual contexto de web social. Allí, Taylor y Licklider hablan de una plataforma de interacción activa en la cual los usuarios participan en la generación de contenidos. Allí se demuestra que, muy probablemente, Internet ha sido concebida desde sus inicios como una herramienta social. Que mejor que sus propias palabras para dejar en claro cuáles eran las ideas que promovían los padres de la red allá lejos y hace tiempo, a fines de los ’60: “Creemos que estamos entrando en una era tecnológica en la seremos capaces de interactuar con la riqueza de la información viva, no únicamente en la forma pasiva a la que estamos acostumbrados al usar libros y bibliotecas, sino como participantes activos en un proceso en movimiento. Ya no sólo recibiremos algo a través de nuestra conexión, sino que aportaremos mediante la interacción”.
Por Silvina Moschini, CEO & Founder Intuic