Aunque académicos y políticos hablan del fin de la globalización, tras los efectos del COVID-19, las empresas van en otra dirección.
Por: Elibeth Eduardo | @ely_e
Si Amazon, MercadoLibre y Walmart pudieran hacer en sus respectivos continentes lo que Alibaba está haciendo en China, el 2020 sería un año luminoso.
Un informe de MIT Technology Review da cuenta de cómo el gigante del comercio electrónico global junto con uno de los más grandes minoristas de China, JD.com, han ayudado a más de 10.000 pequeños productores agrícolas no-digitalizados a conectarse a través de la retransmisión en directo (streaming) con los consumidores en confinamiento.
La creación de tiendas online y apps les han permitido pasar de un 90% de ventas offline a la misma proporción en comercio electrónico, mientras los productos son distribuidos en todo el país por JD.com y AliBaba.
Si Amazon lograra repetir esto en algunos de los países en los que opera, el efecto sería exponencial.
Entre otras cosas porque los nuevos y prósperos negocios podrían ofrecer trabajo en los sectores agrícolas, de e-Commerce, transporte y logística a quienes han perdido sus empleos a causa de la pandemia.
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¿Volver a lo local?
Probablemente, con economías golpeadas pero resilientes, el debate actual sobre el fin de la globalización quedaría sin efecto.
De hecho, hay que suponer que la discreta iniciativa de Instagram de promover etiquetas sobre el “compre local” apuntan a mantener con vida a los pequeños productores, pero no proporciona la necesaria estructura de logística, distribución y transporte necesario para un auténtico impacto.
Y es ahí, justamente, donde encontramos el nudo que ha puesto en duda el destino de la actual forma de producir y hacer negocios: las cadenas de suministros.
Con los fletes subiendo y las aerolíneas quebrando, el impacto del COVID en este sector y los sistemas productivos globales generan serias interrogantes de cómo evitar interrupciones como la actual. La respuesta, al igual que la vacuna para el coronavirus, no está a la vista y supone replantear los modelos de negocios vigentes.
Pese a que, sin duda, la recesión postconfinamiento y los efectos del COVID ya se proyectan para el próximo año, algunos datos recientes apuntan a la luz al final del túnel:
- Según un estudio de la consultora Multiplica a 200 empresas en España, Italia, Francia, México, Chile, Colombia, Perú, Argentina y Ecuador publicada por IDC México, el 62% considera que su negocio no está en riesgo, menos del 10% considera que el impacto ha sido residual e, inclusive, la situación es vista como una oportunidad por el 10%.
- En lo que a tecnología se refiere, ese mismo estudio revela que 2 de cada 3 empresas quieren convertir sus canales digitales en una relación que se sume a la ya existente con sus clientes.
El motor de la transformación digital
Números como estos se están repitiendo en todas partes pues, de hecho, las empresas que analizan los mercados parecen estar superando el pánico inicial:
- Aunque IDC, Gartner y Forrester coinciden en que tanto el sector tecnológico como el de telecomunicaciones verán caer sus despachos, ingresos y beneficios este año, los segmentos de servicios y seguridad, así como infraestructura y servicios mantendrán números positivos en 2020 y 2021.
- México aparece, por ahora, como una luminosa excepción: IDC estima que los proveedores de banda ancha fija pueden esperar un aumento del tráfico de entre el 15 y el 30%.
- Todos los productos y servicios asociados a la continuidad del negocio a través de los canales digitales y la conectividad de los trabajadores, así como los servicios de Cloud y todos sus respaldos tienen una fuerte oportunidad de crecer y compensar otros segmentos en caída.
- De hecho, aunque el mercado de dispositivos es uno de los más afectados, Gartner estima que los PC’s (con caídas permanentes de ventas en el último lustro) disminuirán en “sólo” el 10,5%, por debajo del promedio del 13,6% del resto del mercado. Ello gracias al impacto del aumento de la Transformación Digital, el Teletrabajo y los requerimientos asociados a estos procesos en el sector corporativo.
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Más allá de la política
Por su parte, el vicepresidente de Forrester, Stephen Powers, reconoce en el blog corporativo estas tendencias y recomienda a sus clientes apoyarse en cuatro categorías de soluciones tecnológicas para enfrentar la siguiente fase de la pandemia:
- Gestión de riesgos y crisis.
- Experiencia de los Empleados (Ex) y del Capital Humano (HCM), en general.
- Experiencia del Cliente.
- Seguridad, Salud e Higiene.
Recomendaciones similares las encontramos en los especialistas del Banco Interamericano de Desarrollo y el Foro Económico Mundial que, junto con las repuestas sanitarias para las ciudades y los paliativos económicos para los grupos más vulnerables están promoviendo activamente el desarrollo de habilidades digitales y socioemocionales que permitan apoyar la transformación digital de los entornos laborales, especialmente a través del e-Learning.
¿Riesgo para la globalización?
¿Son, entonces, falsas las voces que señalan los riesgos del momento actual para la globalización? No. Tampoco están equivocados:
- Las respuestas lentas e ineficientes de gobiernos y organismos multilaterales;
- El claro problema que supone carecer de respaldos para las cadenas de suministros y:
- Los “eficientes” reflejos nacionalistas de “sálvese quien pueda” que se han mostrado en todos los continentes con la excepción de África, son motivos suficientes para dar gracias a Dios de que el Covid-19 no tiene la letalidad de ébola.
Pero, así como las plataformas tecnológicas y de datos han dejado sorprendidos a sus detractores y que la IV Revolución Industrial está menos libre de riesgos y efectos adversos de lo que dicen sus promotores, la globalización, a la larga, parece estar siendo favorecida por la acelerada transformación digital.
Contra todo pronóstico y a pesar de los señalamientos de los políticos. Aún falta esperar el desconfinamiento. Pero, por ahora, el mundo y la globalización parece que verán otro año. Quizás hasta otro siglo.