Nguyen Ha Dong es un desarrollado vietnamita que creó un básico juego (en apenas 3 días y 2D) para teléfonos celulares llamado Flappy Bird. El proceso que siguió el joven fue el mismo que el de muchos desarrolladores: creación, desarrollo, publicación en tienda virtual y de pronto disfrutar las mieles del éxito.
Según datos no oficiales, cuando Flappy Bird se convirtió en uno de los juegos más descargados de App Store, Ha Dong estaba embolsándose cerca de 50 mil dólares diarios… ¿qué lo llevó entonces a cerrar el juego y anunciar su desaparición?
TRAS FACEBOOK TODO SON ALGORITMOS Y ASPIRACIONES
La explicación que el creador dio el pasado fin de semana en su cuenta de Twitter fue la siguiente: “Lo siento mucho usuarios de Flappy Bird, en 22 horas voy a retirar Flappy Bird. No puedo soportarlo más”.
¿Acaso tuvo que ver alguna presión por parte de Nintendo al ver tantas similitudes con sus videojuegos? Nguyen Ha Dong fue firme al decir que no.
“No está para nada vinculado con cuestiones jurídicas. Simplemente no puedo mantenerlo”.
Pero, ¿qué es lo que lleva a un juego retro a ser uno de los más descargados, destacados y buscados por los usuarios?, ¿cómo fue que enloqueció al mercado?
FENÓMENO FLAPPY BIRD
Flappy Bird consiste en tocar la pantalla del smartphone para que el pájaro mueva sus alas y suba y baje, evitando que choque con los tubos y paredes de un monótono laberinto. Los obstáculos siempre son los mismos, la velocidad constante y según analistas, la ausencia de variables lo hace aburrido para algunos como tranquilizador para muchos.
Desde redes sociales, los usuarios lo describen como “el juego más difícil del mundo”, “la auténtica figura dominatrix de los videojuegos”, y algunos han escrito:
“Iba a decir algo en contra los que se emocionan con Flappy Bird, pero luego me acuerdo que juego el Candy Crush y mejor me callo”.
Vaya, es la época de los juegos-bálsamo para el vertiginoso ritmo de la vida actual.
Desde la popularidad de Tetris y la víbora de Nokia, diversos psicólogos equiparan el fenómeno adictivo de estos juegos, con el efecto Zeigarnik, nombrado así por el psicólogo ruso Bluma Zeigarnik, que hace años realizó un experimento con una serie de meseros capaces de recordar mejor aquellos menús que todavía no habían servido que los que acababan de servir.
El profesor de psicología y ciencias cognitivas de la Universidad de Sheffield, Tom Stafford, y Enrique Lorenzo, psicólogo que se ha dedicado al estudio de estas relaciones adictivas con los videojuegos, explican más dicho efecto que tiene que ver con el que las tareas inconclusas generan ansiedad en las personas.
La tensión así generada es la que provoca que se necesite completar una determinada tarea, y que se busque la manera de terminarla. Tanto Stafford (citado por la BBC), como Lorenzo, coinciden en que se produce una ansiedad inconsciente que lleva al usuario a volver a jugar apenas tiene un rato libre.