La situación de pobreza en México afecta directamente la adopción y consumo de servicios de telecomunicaciones entre los mexicanos. La actual falta de competencia recae en una elevación de precios que los usuarios de clase media y alta no tienen problemas en pagar. Sin embargo éstos no son tan accesibles para la clase baja, quienes tienen que limitar sus servicios de conexión móvil.
Como ejemplo, en México existen 91 millones de usuarios efectivos pero 41,8 millones de ellos están en ”pobreza moderada”. En su mayoría estos usuarios cuentan con servicios de telecomunicaciones móviles. No obstante, poseen ingresos medios por usuario (ARPU por sus siglas en ingles) menores a cien pesos al mes, con los que no alcanzan a recibir los beneficios de la conectividad plena.
Y qué decir de los 11,5 millones de mexicanos en pobreza extrema, un segmento poblacional que queda fuera del mercado asequible, es decir, quedan sin posibilidad de acceder a los servicios de telecomunicaciones sin el apoyo de una política pública directa.
En México aún faltan 27 millones por acceder a la movilidad, pero en realidad, ante la imposibilidad absoluta de estos 11,5 millones de acceder a los servicios de conectividad, el mercado de usuarios aun por conectar es mucho menor.
Esto refleja un panorama poco favorecedor en el combate a la brecha digital, puesto que sólo los usuarios con niveles socioeconómicos más altos podrán seguir costeando los servicios.
La clave para combatir esto es una competencia efectiva, pues a mayor competencia se puede promover la reducción de precios y aumentar la calidad de los servicios para que todos los usuarios puedan acceder a los beneficios que las telecomunicaciones brindan en términos de competitividad, productividad y bienestar.