De acuerdo a Mark Shuttleworth, fundador de Canonical Ltd., el bug más grande de Ubuntu es el hecho de que Microsoft tiene una cuota de mercado mayoritaria. Esto es señal de lo lejos que el sistema operativo open source ha llegado desde que Linus Torvalds lo lanzó en 1991 como un proyecto personal.
Tal vez Microsoft aún no haya sido vencido en el mercado de las computadoras personales, pero la naturaleza de la informática ha cambiado considerablemente gracias en parte al ascenso de Linux como una piedra angular en la industria de TI. Desde servidores en la nube hasta sistemas operativos móviles, Linux definitivamente ha afectado la manera en la que utilizamos la tecnología.
Pero, ¿qué sigue? Si la aceptación y el desarrollo de Linux están llegando a un punto máximo, ¿a dónde más puede llegar? Linux es un fenómeno mutable y con tantas encarnaciones que es prácticamente imposible responder esa pregunta. Aún más importante sería la manera en la que Linux adopte los retos de ser un proyecto maduro y, en algunas áreas, líder en el mercado.
Algo que siempre ha resumido el poder de Linux es la palabra “maleable.” Linux es materia prima que puede ser adaptada para ajustarse a cualquier cantidad de escenarios, desde dispositivos integrados diminutos hasta supercomputadoras.
Probablemente esto sea una de las deficiencias de Linux, ya que su naturaleza flexible significa que los usuarios rara vez utilizan “Linux” como tal, más bien usando un producto basado en Linux como Android o una pieza de hardware construida con una base Linux como un router casero. Las múltiples encarnaciones de Linux en las computadoras personales suelen ser utilizadas sobre todo por usuarios devotos al software open source.
“La manera en la que los usuarios finales experimentan Linux definitivamente se encuentra fragmentada,” admite Jim Zemlin, Director Ejecutivo de Linux Foundation. “Pero eso es uno de los aspectos más poderosos de Linux.”
Por ejemplo, la fragmentación de Android ilustra a la perfección la tensión generada entre la libertad de modificar el producto y la inconsistencia en la implementación.
Otra de las características de Linux es su naturaleza colaborativa. El problema es que la mayor parte de las colaboraciones son generadas por corporaciones, especialmente aquellas que obtendrán un beneficio al apoyar al sistema operativo. Además de Red Hat y Canonical, los más grandes contribuidores a Linux incluyen a Intel, IBM, Texas Instruments e incluso Microsoft.
El problema no son las contribuciones corporativas, sino el hecho de que varias compañías modifican el sistema operativo y ponen los cambios a la disposición de los usuarios, pero deciden mantener otras modificaciones internas para darles una ventaja en la industria.
El reto más grande al que Linux se enfrenta al convertirse en un líder de mercado es la complacencia, ya que se enfrentará a cambios en sus procesos, mentalidad y estrategia. Un ejemplo es lo que sucedió cuando Firefox empezó a perder usuarios a las manos de Chrome.
Esta transición dejaría a los usuarios de Linux a la merced de empresas que consumen el sistema operativo y lo proporcionan como un servicio pero no aportan innovaciones a la comunidad. Puede que pase más de una década hasta ver estos cambios, pero esto podría tener implicaciones negativas tanto para Linux como para los proveedores que comercializan soluciones basadas en Linux.
Uno de los principales culpables podría ser Google, ya que se podría argumentar que Android, más que ser un sistema operativo basado en Linux, es un portal a la visión del mundo y de la tecnología de Google, lo que no cuadra con el espíritu original del sistema operativo.
Con la mira hacia el futuro, el camino más claro para Linux es convertirse en la base de otras iniciativas y una manera de crear infraestructura, dejando de ser un producto en sí. La innovación no llega simplemente al implementar Linux, sino al hacerlo como una manera de encontrar soluciones creativas a problemas cotidianos.
Linux ha dejado de ser un sistema operativo flexible para convertirse en una plataforma de infraestructura, especialmente en la nube, el big data, los dispositivos móviles y las redes sociales.