Aunque algo se adelantó en pandemia, Boleta Verde es una iniciativa para acelerar la digitalización.
La iniciativa chilena aspira reducir la contaminación ambiental por papel ocioso.
Podría decirse que es una tendencia, el enfoque de la Boleta Verde en Chile constituye un auténtico avance innovador, en términos de legislación ambiental.
Eso no significa que salga de la nada. Sin duda, la adopción acelerada de la factura digital en casi todos los países de América Latina durante o después de la pandemia fue un avance – indirecto – en el tema de la sustentabilidad regional.
No era, sin embargo, ni el foco ni el propósito de esas iniciativas que, además, siguen siendo obligatorios en forma excepcional o limitada su obligatoriedad a un determinado número de grandes contribuyentes o “contribuyentes” especiales, definidos y tipificados como tales.
Sin embargo, es Chile el país ideal para que Boleta Verde sea más que una empresa y se transforme en un idéal legal.
Uno de los elementos que hace más viable este proyecto eco amigable es que Chile es de los pocos países en América Latina en los que el sistema de factura digital es obligatoria.
De hecho, el país es el pionero en la materia en lo a la región se refiere pues su legislación data de 2003.
Proporciones bíblicas
Vale destacar, sin embargo, que el sistema se aplicó en forma gradual y solo fue obligatorio para todos los contribuyentes a partir de 2018.
Pero los avances en la nación austral parecen estar para mas. Juan Mackenna CEO y Fundador de Boleta Verde recordó que las cifras del país son elocuentes:
- En Chile se emiten 511 millones de boletas mensuales.
- Hay algunos vouchers que miden 5,3 centímetros de ancho
- Y, en la parte alta, cerca de 8 centímetros
“Si eso, se multiplica por la cantidad de boletas, se puede ir Arica a Punta Arenas, 10,6 veces, o dar la vuelta al mundo en 6,4 ocasiones”, destacó el emprendedor Juan Mackenna.
La respuesta de Mackenna a un problema que aun se mantiene casi invisible fue Boleta Verde: una solución para digitalizar las boletas que se emiten desde el comercio.
El objetivo de esta herramienta es reducir la emisión de enormes cantidades de papel que finalmente terminan aumentando la contaminación ambiental.
¿El siguiente paso?
Por supuesto, el líder de Boleta Verde está consciente de que la problemática ca del papel ocioso trasciende – largamente – a Chile.
Es ello, precisamente, lo que le da viabilidad a su proyecto en el largo plazo.
“Llevamos casi cinco años con este proyecto que ya está en la etapa final. Queremos solucionar un problema gigante que es eliminar el papel ocioso”, destaca el emprendedor.
Bajo la denominación de papel ocioso la empresa engloba a las boletas (facturas) o vouchers que se reciben tras hacer cualquier tipo de compra.
“Esos papeles tienen una utilidad vaga y terminan generalmente en un basurero. Nuestra idea es que todas las boletas que se emitan tras una compra, queden en una casilla personal, segura e individual”, puntualizó Mackenna, CEO de Boleta Verde.
Explicó que estas bien letras digitales estarán en una aplicación que se podrá revisar en cada teléfono móvil.
“Ahí, uno podrá verificar cualquier boleta, sin importar el tiempo transcurrido. Cuando una persona haga una compra, deberá pedir su Boleta Verde, contribuyendo de manera concreta con la descontaminación del planeta”, concluyó Mackenna.