El nuevo rol del CIO demanda al ejecutivo ser abierto al trabajo colaborativo, a experimentar y a involucrar a las generaciones más jóvenes en la toma de decisiones.
Por: Fabián Bosquiazzo, Country Manager Softtek Chile
Cuanto más diversa es la oferta, más difícil la decisión, más aún cuando sobre estas decisiones basaremos las operaciones de nuestros negocios para el futuro. Esto explica el por qué muchas empresas buscan conocer primero la experiencia de otras compañías, sean estas o no de su misma industria, para animarse a dar los primeros pasos de su evolución digital.
Una vez que logran conocer más sobre la experiencia del mercado y cuando deciden embarcarse en este viaje, algunas de estas empresas todavía siguen esperando que el Chief Information Officer (CIO) lidere este cambio como lo ha hecho con otras iniciativas tecnológicas en el pasado. En la actualidad esto podría ser una decisión muy poco acertada, ya que lograr una transformación va mucho más allá de uno o varios proyectos de tecnología, y requiere para el directorio replantear el negocio, de repreguntarse, de volver a crear.
Mejor acompañados que solos
Con la visión correcta de los cambios que el negocio necesitará adoptar, el CIO ya no cargará solo con el peso de llevar adelante el cambio tecnológico, sino que será parte de un equipo estratégico en la mesa de toma de decisiones de la organización.
Como dice el proverbio: “Si quieres llegar rápido, ve solo; pero si quieres llegar lejos, ve acompañado”. El CIO se encontrará en esa mesa discutiendo como llevar adelante la competitividad digital junto a otros ejecutivos de la organización y por supuesto con el CEO muy involucrado. Es cierto que el CIO será quien podrá compartir el conocimiento y la experiencia de las tecnologías disponibles, pero las decisiones seguirán basándose en hacer crecer el negocio y en la experiencia del cliente.
Innovar, el nuevo ciclo de las organizaciones
Las organizaciones que rediseñen sus estrategias para la economía del futuro, se pensarán más como laboratorios de innovación permanente que como fábricas en sí mismas.
Nuestros negocios en Latinoamérica se llevan adelante en culturas que tienen muy poca tolerancia al fracaso y esto tendrá necesariamente que evolucionar, ya que, debido a esto, el CIO de varias organizaciones se ha demorado más de lo necesario en proponer cuál será el siguiente paso que dar en la implementación de nuevas tecnologías por temor a haber invertido en algo que no sea lo adecuado.
Para acortar la brecha entre el concepto y la experimentación, hoy, a través de las distintas tecnologías, se pueden realizar distintas pruebas de concepto y prototipos a medida. Estas prácticas tienen costos muchos más bajos a los proyectos tradicionales, gracias a los distintos modelos de licenciamiento de software, de infraestructura, de la disponibilidad del Cloud y de las practica ágiles en el desarrollo de proyectos.
Gracias a esto, las compañías podrían tener sus propios laboratorios de innovación, facilitando un ciclo permanente de diseño y pruebas, en búsqueda de una mejor competitividad, con la mirada siempre en la experiencia del cliente. Estos laboratorios podrían llevarse adelante con la propia capacidad interna o en colaboración con otras empresas externas, pero debiese ser un ciclo permanente y lejos de ser un proceso reactivo.
La inclusión potencia la transformación
Implementar cambios en búsqueda de una transformación digital no se puede pensar de otra manera que no sea con un equipo diversificado y colaborativo.
Incluir a las generaciones jóvenes de las organizaciones en los equipos que liderarán los cambios necesarios, será clave para pensar de manera distinta hacia el consumidor y en obtener de ellos el dinamismo y la creatividad que en nuestros mercados suele apagarse fácilmente por la falta de tolerancia y la ansiedad de obtener beneficios tangibles en el corto o mediano plazo.
La capacidad de transformar a las organizaciones se potencia con la inclusión y no con el aislamiento de áreas o individuos. El nuevo rol del CIO demanda al ejecutivo ser abierto al trabajo colaborativo, a experimentar y a involucrar a las generaciones más jóvenes en la toma de decisiones.
El proceso de cambio de un negocio tradicional a un negocio digital implica animarse a reformularnos, volver a crear, teniendo mayor tolerancia al costo de la investigación y a la naturaleza de los laboratorios y por sobre todas las cosas, implica un trabajo colaborativo entre las distintas áreas, los distintos niveles de la organización y entre las distintas generaciones de esta.