Nuestra obsesión porque el big data nos permita controlar buena parte de las tareas cotidianas podría volverse en nuestra contra.
Con información del WEF
La ciencia ficción nos ha advertido largamente del riesgo de que la tecnología podría poder en riesgo nuestro mundo.
Los robots y la inteligencia artificial son los sospechosos habituales de las consecuencias catastróficas de la tecnología.
No obstante, para Dirk Helbing – Professor of Computational Social Science at the Swiss Federal Institute of Technology (ETH) (Swiss Federal Institute of Technology – ETH) – y el Director del SENSEable City Lab, MIT, Carlo Ratti nuestra obsesión por la manipulación de gran cantidad de información puede también convertirse en una amenaza en contra de la innovación y – más importante – la libertad.
Señalan que la tentación de combatir “el precio de la anarquía” que nos propugna la teoría del juego puede conducir a un control excesivo de la información que los humanos contemporáneos producimos en cada minúscula acción diaria.
Rastros digitales
Los investigadores tecnológicos recuerdan no sólo que sólo en 2015 la humanidad produjo tanta información digital como en toda la historia previa (por eso hablamos de Big Data) sino que, además, la mayoría de nuestros actos conscientes actuales quedan registrados en alguna parte.
“Cada vez que enviamos un mensaje, hacemos una llamada o realizamos una transacción, dejamos rastros digitales. Nos estamos acercando aceleradamente a lo que el escritor Italo Calvino proféticamente llamó la “memoria del mundo”: una copia digital completa de nuestro universo físico”, destacó en un artículo recogido por el Foro Económico Mundial (WEF, por siglas en inglés).
Si a eso le sumamos el registro de nuestras funciones biológicas a través de dispositivos vestibles que vaticina Gartner la copia digital sería completa.
El peligro según los investigadores está en que toda esta información procesada a través de la cualquier variante de la tecnología de Big Data pueden reducir la innovación necesaria para que los datos se transformen en progreso y no en una opresión que dejaría pálido a la metáfora del “Big Brother”.
“Cuando los algoritmos centralizados llegan a controlar cada faceta de la sociedad, la tecnocracia impulsada por los datos amenaza con imponerse a la innovación y la democracia. Esto debería evitarse a toda costa. La toma de decisiones descentralizada es crucial para el enriquecimiento de la sociedad”, afirmaron Helbing y Ratti.