El IoT es una tendencia tecnológica con un inmenso potencial para generar valor.
Por: Tiago Khouri, Director, Marketing y Planning de Emerson Network Power Latin America
Sus aplicaciones demostraron resultados alentadores como la utilización de sensores Invisible Tracck para identificar y combatir la deforestación del bosque amazónico. Es importante destacar, también, la aplicación desarrollada por la Universidad de Cornell, que permite el uso de teléfonos inteligentes para realizar la medición instantánea de niveles de colesterol.
Ese panorama se aplica también a América Latina donde según el IDC, el mercado de IoT va a mover $ 41.000 millones en 2016. La primera ola del IoT en América Latina debe enfocarse en dispositivos más sencillos, los cuales serán fuente de generación de datos numéricos que demandan poca banda como, por ejemplo, aplicaciones para gestión de flotas. A pesar de que el IoT multiplica los puntos de recolecta de datos, el volumen generado va a ser relativamente pequeño comparado con otras aplicaciones.
Eso no significa que el Internet de las cosas no traiga sus propios desafíos. Con la multiplicación de los sensores inteligentes, crecen también las puertas de entrada para ataques cibernéticos. El riesgo de que los hackers puedan controlar dispositivos industriales, vehículos y artículos personales es real.
Además de eso, como es el caso de América Latina, tenemos el desafío de mantener la integridad física de los dispositivos inteligentes que muchas veces son instalados en áreas urbanas y están sujetos al vandalismo. Estos riesgos tendrán que ser neutralizados en parte con medidas preventivas y acciones conjuntas de los equipos de TI y de infraestructura. Para obtener detalles sobre cómo reducir la caídas causadas por ataques cibernéticos puede acceder a nuestro estudio, generado en alianza con el Ponemon Institute.
Una investigación fría del informe Cisco VNI 2016 revela que, a pesar de toda la euforia sobre el Internet de las cosas, el consumo de vídeo vía internet genera el 63% del tráfico de datos global. La expectativa es que esa marca llegará al 79% en 2020 y el tráfico de datos generado por videos en Ultra HD subirá del 1,6% al 20,7% del total en 2020.
Una aplicación de realidad virtual proporciona a la persona que la está usando un paisaje virtual, por ejemplo, el Oculus de Facebook que brinda visión de 360 grados. Este escenario es un video de altísima densidad (HD ó 4K) que, aun con solo una extensión de pocos minutos, logra fácilmente el tamaño de una película de largometraje en baja resolución.
Un simple video de 15 segundos en formato HD es mucho más pesado que toda la masa de datos recolectados en una semana de rastreo de un camión en una aplicación IoT de monitoreo de flotas. El levantamiento Cisco VNI Mobile 2016 muestra que los dispositivos IoT más sencillos generan una cantidad de datos equivalente a 7 veces lo que produce un celular común (no un teléfono inteligente).
Al exigir poco de las redes de telecomunicaciones, los dispositivos IoT de nivel inicial no van a representar un gran peso para los proveedores de infraestructura en América Latina. Los dispositivos de comunicaciones máquina a máquina (M2M) que respaldan el Internet de las cosas generan, en promedio, datos de menor densidad
Aún estamos muy lejos de una realidad en la cual los consumidores latinoamericanos consuman videos 4K y adopten tecnologías de realidad virtual a larga escala. Eso sucede, en parte, por causa de las disparidades económicas de nuestra región, las cuales hacen que este tipo de tecnología sea inaccesible para la gran mayoría de las personas. Otro factor importante es que la transmisión de los archivos de video vía Internet exige mucho de la infraestructura de TI y de telecomunicaciones.
Según el informe The State of Internet 2016, de Akamai, en los países latinoamericanos existe una competencia para ofrecer bandas de red rápidas. El país mejor colocado en el rango de redes con banda igual o mayor a 15 Mb/s es Chile, en el cual un 4,4% de sus servicios de Internet logran esa marca.
Pero, para llegar a esa posición, Chile invirtió mucho entre 2014 y 2015, y por consiguiente logró crecer un 150% de un año a otro. Uruguay tiene el siguiente lugar con un 4,1% de su Internet en el rango de los 15 Mb/s; lo sigue México, con un 4%; después, Argentina, con un 1,7% de su Internet en el rango de los 15 Mb/s. En Brasil, solamente 1,1% de los servicios de Internet logran esa marca.
Las desigualdades socioeconómicas y la falta de acceso a Internet de alta velocidad van a atrasar la adopción de estas tecnologías en América Latina.
Las empresas que están liderando el desarrollo de aplicaciones de Realidad Virtual, como es el caso de Facebook, Google y Microsoft, saben que el éxito de sus ofertas depende de la existencia, incluso en América Latina, de una infraestructura capaz de dar salida al tsunami de datos provocado por aplicaciones de vídeo 4K y de realidad virtual. Por eso, han invertido mucho en sus centros de datos locales.
Aun así está claro que en el futuro vamos a vivir inmersos en un mundo marcado por la proliferación de vídeos en HD y 4K y por la adopción de tecnologías de Realidad Virtual y Aumentada (véase la fiebre del juego Pokémon-Go). Ese nuevo modo de vivir generará una cantidad de datos sin precedentes y esta ola pondrá los centros de datos y redes de telecomunicación a prueba.
Los centros de datos del futuro van a instalarse cada vez más cerca del borde de la red y utilizarán gestión remota y soluciones integradas con instalaciones rápidas. Podemos esperar también sitios híbridos con centrales telefónicas y pequeños centros de datos integrados.
La demanda generada por la transmisión de video llevará a los principales participantes del sector a evaluar nuevos paradigmas. Vamos a ver más centros de datos al extremo de la red. Se trata de centros de datos más pequeños, esparcidos geográficamente y centrados en las fases iniciales del procesamiento de datos. Los datos procesados al principio en el centro de datos en el extremo de la red van a ser eventualmente transferidos a un centro de datos más grande que hospeda la camada de aplicaciones analíticas en la nube. A fin de cuentas, la riqueza del IoT no está en el dispositivo mismo sino en los datos generados y en el refinado análisis de los datos personales (los datos sobre la persona monitoreada por el dispositivo IoT).
Esta realidad, está llevando a los principales analistas del mercado a valorar las soluciones de la gestión de infraestructura del centro de datos (DCIM) que facilitan la gestión de recursos en el sitio o en una central remota. Otra tendencia que ha ganado popularidad es la implementación rápida de centros de datos integrados en módulos, albergados en contenedores Este tipo de implementación elimina el tiempo de construcción y permite al cliente conectar los módulos inmediatamente después de la llegada a su destino.
Como consumidores, tendremos que esperar algunos años más antes de ver estas tecnologías desencadenarse realmente en América Latina. Como gestores en el área de tecnología, sin embargo, debemos desde ya preparar la Infraestructura de TI de nuestros negocios para esta nueva realidad.