Su uso revolucionó al comercio, lo agilizó y le dio transparencia en rubros como las compras en supermercados, la industria textil, la salud, la producción y el almacenamiento, al tiempo que esta metodología de identificación también se comenzó a utilizar en organismos estatales argentinos como la AFIP, el Anmat y el Senasa.
Rubén Calónico, gerente general de GS1 Argentina, sostuvo que los aportes de la organización a las cadenas de valor de sus asociados “han permitido simplificar las etapas operativas, reducir costos y mejorar en eficiencia y servicio al consumidor”.
Calónico destacó los principios de “neutralidad, integridad y sin fines de lucro” de la organización, que se enmarcan en una relación de un consumidor “cada vez más demandante y una tecnología que se desarrolla sin límites”.
“En esta última década hemos podido alcanzar un alto nivel de crecimiento en la organización, incorporando nuevas soluciones centradas en la trazabilidad, la eficiencia en la presencia en góndola y documentos estándares, brindando servicio a nuevas comunidades como el sector salud, agropecuario y Gobierno”, agregó Alejandro Rodríguez, presidente de GS1 Argentina a la agencia de noticias Telam.
Desde el punto de vista global, fue a mediados del siglo pasado cuando el comercio pasa de la tarea manual a la automatización de la información en todos los puntos de la cadena. El motor fue el código de barras, un símbolo que se estableció como un lenguaje único para la economía globalizada.
En junio de 1974, la cadena estadounidense Marsh recibió el primer producto con un código de barras: una caja de paquetes de chicles Wrigley’s Juicy Fruit. La estandarización se produciría tanto en los Estados Unidos como en Europa, donde se lanzó el EAN (European Article Number) de 13 dígitos, que se estandarizó en 1997 a nivel global.
En el 2005, tras la fusión de EAN International con el Uniform Code Council (UCC), la entidad se globalizó y se transformó en GS1, un estándar global con un nuevo nombre y un único lenguaje a nivel mundial.
En GS1 Argentina, con un centro de desarrollo que incluye no sólo el sector de consumo masivo sino también el textil, el del cuidado de la salud, producción y almacenamiento, tres grandes entidades gubernamentales adoptaron sus estándares para implementarlos en nuevas aplicaciones, como la AFIP, el Anmat y el Senasa.
En el ámbito de la AFIP, en el 2010 se puso en marcha el Proyecto Matrix, para optimizar la gestión fiscal mediante la utilización de la Factura Electrónica, que lee los códigos de GS1 que se interpretan para determinar qué producto se vende y su precio en todas las etapas.
En tanto, en el 2011, en el ámbito de Anmat entró en vigencia un sistema de trazabilidad de medicamentos que apuntó a contrarrestar el impacto negativo que el comercio ilegal de esos productos representa. El estándar permite identificar cada producto, desde el laboratorio hasta el paciente, con un número de serie único para su seguimiento en todas las etapas, incluso en productos implantables.
A su turno, en el 2013, el Senasa, el organismo a cargo de la calidad agroalimentaria estableció como obligatorio el sistema de trazabilidad que usa los estándares GS1 y determina que los productos deben estar identificados con un código único (GS1-128 o GS1-Datamatrix), que permite rastrear información en toda la cadena de suministro.
GS1 Argentina es una organización global, neutral y sin fines de lucro conducida por sus socios, dedicada específicamente al diseño e implementación de estándares globales y soluciones para mejorar la eficiencia y visibilidad a lo largo de toda la cadena de valor.
A nivel mundial, GS1 cuenta con una red de Organizaciones Miembros en más de 110 países que brindan servicio a más de un millón de compañías asociadas. En la Argentina, cumple 30 años trabajando para más de 9.000 empresas asociadas facilitando la colaboración entre socios comerciales con el objetivo de resolver, en forma conjunta, los desafíos de negocio y de capitalizar todas las oportunidades de mejora que se presenten.