La reciente tragedia que ha tenido lugar en Japón ha puesto de manifiesto una vez más la magnitud devastadora que los terremotos pueden desatar en las comunidades.
Pero la destrucción que los terremotos y los fenómenos relacionados con los tsunamis pueden causar también ha sido un problema insuperable para los condados situados en la costa oeste de América Central y América del Sur. De hecho, el terremoto más grande jamás registrado ocurrió en Chile – un temblor de magnitud 9,5 que causó ondas sísmicas que hicieron temblar la Tierra durante días. Los graves terremotos son comunes en Colombia, Ecuador, Perú, Bolivia, Chile, Argentina y México, lo que supone una amenaza muy real y constante para los habitantes de estas regiones.
Como uno de los riesgos geológicos más duraderos, los terremotos enfrentan a los gobiernos y a las organizaciones de socorro a una amplia variedad de retos a la hora de garantizar la seguridad pública durante y después del desastre. Uno de los retos clave está en la forma de establecer un canal de comunicación eficaz para los ciudadanos afectados por un terremoto. Tanto en el período previo a un suceso sísmico como posteriormente, la capacidad de comunicarse directamente con las poblaciones grandes y dispersas geográficamente es la principal preocupación de los servicios de emergencia y de los organismos de socorro.
El primer reto de comunicación reside en ser capaz de alertar de forma efectiva a las poblaciones que están en el área de riesgo que un terremoto puede ser inminente, para que puedan tomar las medidas oportunas. Aunque los sismólogos aún no han desarrollado técnicas para predecir con exactitud en el largo/mediano plazo, cuando se detecta un terremoto los dispositivos de alerta temprana pueden dar aviso con unos segundos de antelación.
La cuestión es cómo transmitir dicha alerta a todos los ciudadanos que se encuentran en la zona del desastre, para que puedan encontrar refugio antes de que comiencen los temblores. En el pasado se han utilizado la televisión, la radio y las sirenas, pero tienen sus limitaciones. La televisión y la radio sólo alertan a las personas que están activamente escuchando una emisión – algo que durante las horas de trabajo es una proporción muy pequeña de la población total. Por otro lado, una alerta de sirena es una especie de ‘tonto’ del sistema: le dice a la gente que algo está sucediendo, pero no lo que es – y lo más importante, no les dice qué acción deben tomar. Lo que se necesita es un sistema que puede informar de inmediato a todas las personas dentro de una geografía que un terremoto es inminente y que deben buscar refugio inmediatamente al aire libre, o bajo una mesa, o bajo el marco de una puerta, por ejemplo.
El canal más obvio para transmitir esta información es el teléfono celular. Incluso en los países en desarrollo los teléfonos celulares son el canal de comunicación más ubicuo y el volumen de abonados continúa creciendo exponencialmente. Además, como los teléfonos celulares pueden soportar mensajes de texto, tienen la capacidad de transmitir el nivel de detalle necesario durante las alertas del terremoto. Aportar la información necesaria a los teléfonos celulares, sin embargo, no es una cuestión tan simple como parece a primera vista.
La mensajería de texto SMS es el sistema de mensajería que más se utiliza en la actualidad, pero es tremendamente deficiente como un medio para alertar a la población. Se trata de una tecnología punto a punto, lo que significa que cada mensaje individual tiene que ser enviado a cada uno de los dispositivos. Esto ralentiza el proceso de envío de mensajes a la población – en el caso de un sistema de alerta temprana de un terremoto este intervalo de tiempo haría que el sistema fuera inútil. Los SMS suponen también una limitación como solución para alertar a la población ya que está basado en que los usuarios faciliten sus números de teléfono a las autoridades. Existe una preocupación obvia por la privacidad, ya que la única manera de que un gobierno sea capaz de enviar mensajes de texto a todos los usuarios situados en un área específica sería siguiendo sus movimientos y conociendo su ubicación en todo momento.
El sistema japonés ya se ha extendido a los celulares ya que su Sistema de Alerta de Terremotos y Tsunamis (ETWS) utiliza una tecnología mucho más apropiada: la Difusión Celular. Para el usuario final, la Difusión Celular se asemeja mucho a los SMS, pero en términos de aplicación es mucho más práctico. La tecnología funciona sobre una base de ‘uno para muchos’, lo que significa que un único mensaje puede ser enviado a cientos de miles de dispositivos, de forma instantánea. Estos mensajes se envían a todos los teléfonos al alcance de determinadas antenas de telefonía celular, por lo que es una verdadera solución de localización específica y sin la necesidad de registrar o conocer la ubicación exacta de los dispositivos. Por lo tanto, cuando una alerta temprana se presenta por un terremoto en una ubicación geográfica específica, los operarios pueden enviar al instante un mensaje a todos aquellos que se encuentren dentro de esa área, ya sean locales o visitantes, dándoles el nivel adecuado de información para tomar acción de inmediato.
Tras un terremoto, la Difusión Celular puede continuar ofreciendo a los gobiernos y las agencias de seguridad pública un canal de comunicación útil. Como el reciente terremoto de Haití puso de manifiesto, las redes telefónicas suelen sobrevivir a los terremotos, pero debido a la gran cantidad de tráfico que circula en los canales de voz y datos es inevitable que se congestionen. La Difusión Celular sin embargo tiene su propio canal de emisión dedicado y seguiría funcionando, permitiendo a los organismos de socorro transmitir información esencial a los ciudadanos, tales como dónde pueden encontrar comida y ayuda médica y si es necesario refugiarse antes de las réplicas.
La Difusión Celular ya está cosechando un gran interés en los gobiernos de todo el mundo, incluyendo Europa (UE-Alert) y los EE.UU. (CMAS), así como Japón. En Europa, donde los ensayos ya se han completado con éxito, los resultados han sido muy positivos. El Ministerio del Interior Holandés está desplegando actualmente un sistema de alerta a la población basada en la tecnología de Difusión Celular después de una prueba muy exitosa en la provincia de Zeeland (Holanda). Los resultados del ensayo fueron impresionantes, demostrando que los mensajes llegaron a entre un 72-88% de los usuarios bajo evaluación. Entre un 80-94% de los ciudadanos que participaron en las pruebas apreciaron que la Difusión Celular fue un complemento útil a las sirenas de alerta a la población (el resto de los usuarios tenían sus teléfonos apagados cuando se enviaron los mensajes).
Parece claro que los gobiernos de toda América Central y América del Sur podrían beneficiarse de la experiencia adquirida por los acontecimientos en Japón, Europa y los Estados Unidos. La necesidad de los sistemas avanzados de alerta a la población está sin duda presente en la región, y la Difusión celular es el que mejor se ajusta para este propósito: es un método elegante y rentable de alertar a la población en caso de cualquier desastre. Por otra parte y después de una catástrofe, proporciona un canal útil para ofrecer a los ciudadanos información vital respecto a la salud y el bienestar. Sirve tanto como una alerta temprana así como una herramienta para coordinar y maximizar la eficacia de las actividades de socorro.