Hasta hace algunos años, el gerente de informática era concebido como un elemento más operativo dentro de la organización. Ante todo, era un especialista que tenía su propio mundo y sus urgencias, enfocándose en el funcionamiento de los sistemas.
Con el paso del tiempo, y en la medida en que las empresas fueron dependiendo de la tecnología en términos más amplios, es decir, no sólo en lo relativo al procesamiento de datos y/o telecomunicaciones, sino transversalmente, la situación comenzó a cambiar. El gerente de informática dejó de concebir estrategias parceladas, casi autónomas, para pasar a vincularse estrechamente con las áreas de negocios y alinear su estrategia con ellas.
Hoy, cuando la mayor parte de los procesos de negocios están basados en sistemas informáticos, en donde el uso de las tecnologías de la información (TI) no es ya un elemento diferenciador, la exigencia es mayor. Sólo aquellas empresas que hacen un uso más intensivo de las TI son capaces de innovar en sus procesos y pueden tomar ventaja para capitalizar nuevas oportunidades de negocio.
En este contexto, los responsablesde las TI son verdaderos gestoresdel negocio, enfrentando ahora una responsabilidad doble: conducir de forma visionaria a la alta gerencia para innovar y, a la vez, garantizar la seguridad y continuidad del negocio ante cualquier eventualidad que altere el funcionamiento de la infraestructura tecnológica.
Aunque la seguridad de la información ha escalado poco a poco dentro de las prioridades presupuestarias para la mayor parte de las empresas, los Planes de Continuidad de Negocios (BCP, por su sigla en inglés), permanecen aún postergados. La misión de los responsablesde las TI es, entonces, demostrar a la alta gerencia que ninguna innovación tendrá sentido sino existe un plan ante contingencias que, como lo demuestran conocidos casos en todo el mundo, pueden significar un golpe demoledor para la organización o incluso su desaparición.
El nuevo gerente de informática, por lo tanto, tiene que ser capaz de probar a la alta dirección que la Continuidad del Negocio es, simplemente, un factor estratégico. Es decir, no constituye sólo la clave para preservar las operaciones cotidianas de la empresa o asegurar la recuperación de sus procesos críticos ante imponderables –esto es, responder ante algo “sólo probable”– sino que tiene alcances concretos significativos: entregar una fuerte señal que redoble la confianza de los clientes, el mercado y de toda la cadena de valor. Eso, sin contar, con las ventajas que una estrategia de BCP puede aportar en el cumplimiento de estándares globales y de normativas nacionales e internacionales.