“Amor en los tiempos de banda ancha”…
No podemos negarlo, las tecnologías de la información se han visto brutalmente impactadas por el mercado del romance. Ni dudar que las redes sociales, correo electrónico y celulares han multiplicado las capacidades de las personas para desarrollar relaciones eliminando los obstáculos de la larga distancia.
Según un estudio realizado por el Centro de Investigaciones Pew, un 66 % de las personas entre 25 y 45 años han recurrido a sitios como Match.com, eHarmony, OK Cupid y similares para encontrar su alma gemela. De entre ellos, un 23 % asegura haber establecido relaciones sólidas que incluso derivaron en matrimonio.
Claro que no todo es hablar de miel.
En México, por ejemplo y según afirma la firma de seguridad Symantec, al menos 1 de cada 10 mexicanos entra sin permiso a la cuenta de correo electrónico o a alguna de las redes sociales de su pareja.
ROMANCE A LA VELOCIDAD DE BANDA BANCHA
Independientemente de la forma en la que una pareja se haya conocido, los mecanismos de interacción entre enamorados se han modificado sustancialmente gracias a una amplia variedad de gadgets que nos permiten estar en contacto casi permanente con el ser amado.
En este sentido, la proliferación de aplicaciones que permiten el envío de mensajes y la realización de videollamadas a bajo o nulo costo (al menos por evento), reducen los pretextos para no estar en comunicación constante.
Comunicarse con un sinfín de personas puede despertar desconfianza en nuestra pareja, dando pie a auditorias digitales, las cuales consisten en revisar periódicamente el celular del otro, con o sin su consentimiento. Las auditorias digitales tienen como finalidad detectar información que pueda delatar una posible infidelidad o deslealtad por parte de la pareja… ¿En dónde quedó el amor?
El ancho de banda, la capacidad de transmisión, acumulación de bits, bytes y, sobre todo, nuestros hábitos digitales, seguirán evolucionando, e incluso podría ser que nuestros hábitos cambien en una ruta de moderación: Hablemos del nuevo amor telecomunicado.