Una serie de cambios estructurales , debido a lo adverso de los resultados financieros, han obligado a la trasnacional de las telecomunicaciones Ericsson a concretar tal decisión. La caída en las ventas del 2,4% en el primer trimestre del 2016 obligó a la decisión.
Aunque el beneficio neto alcanzó los 214 millones de euros en los tres primeros meses del año, lo que significa un incremento del 49% con respecto al mismo período del 2015, las ventas netas de la compañía escandinava entre enero y marzo llegaron apenas a los 5.690 millones de euros.
Parte de esta caída se debe a la fuerte baja en las ventas que tuvo en Europa occidental, en donde éstas descendieron un 17%; en el norte de Europa, cayeron 18% y en la parte del Mediterráneo, con una baja del 14%. El retroceso también se vio en la India, donde las ventas bajaron un 24% y en Asia, con un retroceso del 7%. En donde sí hubo aumentos de la venta es EE.UU., con un crecimiento del 8%.
Esto fue uno de los argumentos que la directiva de Ericsson ha utilizado para iniciar la restructuración, que incluye una nueva estructura interna, que comienza con la división en cinco unidades de negocio.
“No estamos satisfechos con nuestro crecimiento y desarrollo general de la rentabilidad en los últimos años y estoy convencido de que esto nos hará más competitivos y permitirá que crezca nuestra compañía y nuestras ganancias”, confirmó Hans Vestberg, CEO de la compañía.
Añadió Vestberg, que se creará una empresa más ágil, “más adecuada a nuestro propósito, y con la organización suficiente para atender a las necesidades de los diferentes segmentos de clientes y capturar más rápido las oportunidades de mercado”.