La movilidad que tenemos hoy día nos resuelve incluso hasta la forma de pagar. Es claro que nuestro smartphone no sólo alberga toda nuestra vida, sino que pretende convertirse en un monedero virtual.
Según revela el estudio World Payments Report, realizado por Cap Gemini y Royal Bank of Scotland, los pagos móviles son cada vez más habituales. Poco extendido aún, se estima que aumentará su uso en un 60 % en 2 años en detrimento de otras formas que van perdiendo interés.
Por su parte, un informe del ConsumerLab de Ericsson que analiza las actitudes hacia los servicios de m-commerce en los mercados emergentes de América Latina, África y Asia, muestra que aunque el uso de estos servicios aún es bajo, tiene el potencial de duplicarse en países como Argentina, Brasil y México.
Frente a esta tendencia creciente, los grupos tecnológicos han irrumpido en el mercado financiero con nuevas plataformas de creación propia, insistiendo en la idea de que el dinero es cada vez más virtual. La demostración del Apple Watch, anima a vislumbrar un futuro en donde el consumidor final será capaz de pagar, de forma inmediata y con total seguridad, solo con pasar este dispositivo por un terminal que domine la tecnología NFC.
Esta idea refuerza el interés de la compañía americana con Apple Pay, su propio sistema de pago anunciado hace unos meses. Google hizo lo propio con Wallet, que almacena los datos de las tarjetas, y Samsung ha introducido en su recién presentado Galaxy S6 su propia alternativa.
Pero eso sí, la falta de un estándar definido y de una infraestructura establecida son, junto a la percepción de inseguridad por parte de los usuarios, los principales frenos para convertir los pagos por móvil en un hábito real. Los fraudes son otras de las cuestiones a corregir por parte de las empresas implicadas.
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