Contar con un plan de recuperación ante desastres (DRP), se constituye en una solución para evaluar riesgos y costos, además de garantizar la continuidad de los datos y la subsistencia de los negocios.
Recientes estudios publicados por reconocidas consultoras y proveedores tecnológicos señalan que un solo incidente de pérdida de datos podría costar a las empresas alrededor de USD$10 mil en promedio; asimismo, afirman que las grandes organizaciones destinan entre 20 % y 30 % de sus presupuestos anuales de TI en procesos y soluciones para el almacenamiento de su información.
Por su parte, IDC indica que la virtualización continúa masificándose, siendo las grandes organizaciones las que ya están viviendo una segunda etapa de madurez en ese sentido (32 % de servidores virtualizados); las medianas se encuentran en una fase acelerada de adopción de estos entornos, mientras que los negocios pequeños participan con apenas el 5 % de la infraestructura virtualizada.
Todas estas cifras varían según el país del que se trate, el tamaño de las empresas, los indicadores micro y macroeconómicos, el tipo de industria y muchos factores más, aunque determinar cuáles son mayormente certeras es lo de menos; lo que en verdad importa es reconocer que la virtualización conlleva grandes beneficios que, de forma paralela, están asociados a grandes riesgos, en especial si las empresas no cuentan con un efectivo plan de recuperación de datos y sistemas ante cualquier posible contingencia.
¿Pero cómo pueden las organizaciones evitar o minimizar las secuelas negativas por la pérdida de su información?, y no sólo nos referimos a cuestiones como el debilitamiento de una marca, la reputación de la compañía, la desconfianza de los clientes y/o accionistas, la falta de productividad o todas aquellas acciones que incluso rayan en el ámbito legal, sino al riesgo latente que las empresas –sobre todo las PyMEs- tienen de desaparecer (valga mencionar que en 2012 la consultora Gartner concluyó que el 80 % de los negocios que perdieron su información por un periodo mayor a 24 horas dejó de operar al cabo de un año).
Un Plan de Recuperación ante Desastres (DRP) es un proceso de rescate que cubre los datos, el hardware y el software críticos para que una empresa pueda operar de nuevo en caso de una catástrofe natural (terremotos, incendios, inundaciones, huracanes) o causada por humanos (la inexperiencia de un usuario que desconecta una base de datos, huelgas de empleados, disturbios sociales, ataques terroristas, sabotajes o interrupciones deliberadas, etcétera), aunque también deben considerarse aspectos técnicos o de infraestructura, como la falta del servicio de Internet o del suministro eléctrico, las fallas de software o de los equipos informáticos, pasando por las calamidades ocasionadas por virus y ciberataques.
Cuando piensan en un plan de backup, varias empresas simplemente hacen copias de seguridad de los archivos que van creando, pero a menudo se olvidan de respaldar las aplicaciones y sistemas operativos, los que también pueden rescatarse completamente y sin problemas si se tiene las herramientas necesarias para ello.