El auge de los agentes de IA impulsa nuevos roles donde el criterio humano es clave para el éxito empresarial.
Durante años, la conversación sobre inteligencia artificial ha estado dominada por el miedo a la sustitución masiva de empleos. Sin embargo, como plantea con claridad Laszlo Beke, presidente de Bekesantos, en su artículo ¡Aparecen nuevas ocupaciones creadas por IA!, la evidencia actual apunta en otra dirección: la IA no solo automatiza tareas, sino que está creando nuevos roles profesionales que ya son demandados por las organizaciones.
La paradoja es evidente. Cuanto más avanzan los agentes de IA, más necesarias se vuelven las habilidades humanas: criterio, contexto, ética, comunicación y capacidad de integración con el negocio. No hablamos de escenarios futuros, sino de posiciones que ya están siendo contratadas y que están redefiniendo cómo las empresas adoptan la inteligencia artificial.
Anotador de datos: de trabajo invisible a rol estratégico
La anotación de datos ha cambiado radicalmente. Lo que antes se asociaba a tareas repetitivas hoy requiere expertise sectorial para estas nuevas ocupaciones. Modelos avanzados necesitan ser entrenados por personas que comprendan el contexto financiero, legal o médico en el que operan.
Un caso ilustrativo es Mercor, una plataforma que conecta científicos y expertos con proyectos de desarrollo de bots y que ha alcanzado valoraciones cercanas a los US$10.000 millones. Allí, los profesionales pueden percibir ingresos promedio de US$90 por hora.
¿Por qué el factor humano sigue siendo crítico?
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Comprensión contextual: sarcasmo, ambigüedad o referencias culturales siguen siendo terreno humano.
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Control de calidad: la supervisión experta garantiza datos fiables.
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Garantías éticas: detección de sesgos y representación diversa.
El futuro de este rol apunta a modelos híbridos, mayor especialización y una evolución hacia la validación, curaduría y auditoría de datos, más que al simple etiquetado.
Ingeniero de Despliegue de IA: cuando la IA pisa el terreno real
El Ingeniero de Despliegue de IA (IDIA) se ha convertido en una figura clave para que la inteligencia artificial genere valor tangible. No es solo un desarrollador: combina ingeniería, consultoría y visión de negocio.
Su función principal es actuar como puente entre la tecnología y los desafíos operativos del cliente. Trabaja integrado con los equipos, entiende procesos reales y adapta las soluciones de IA a contextos específicos.
Entre sus responsabilidades destacan:
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Diseño de arquitecturas personalizadas.
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Prototipado rápido para validar ideas.
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Integración de datos y sistemas empresariales.
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Capacitación y soporte a los equipos internos.
En un mercado saturado de promesas tecnológicas, estos perfiles son los que convierten la IA en resultados operativos medibles.
Especialista en riesgo y gobernanza de IA: sin confianza no hay escala
A medida que la IA se integra en procesos críticos, surge un rol imprescindible: el especialista en riesgo y gobernanza de IA. Su misión es garantizar que los sistemas sean seguros, éticos y conformes a la normativa.
Este perfil evalúa sesgos, protege la privacidad, define políticas internas y establece protocolos de respuesta ante incidentes. Además, traduce riesgos técnicos a un lenguaje comprensible para ejecutivos y reguladores.
En un entorno regulatorio cada vez más exigente, este rol se convierte en un habilitador del crecimiento, no en un freno a la innovación.
Director de Inteligencia Artificial (CAIO): la IA llega al comité ejecutivo
El Director de Inteligencia Artificial consolida todos estos esfuerzos a nivel estratégico. El CAIO define la visión de IA de la organización, alinea iniciativas con objetivos de negocio y supervisa una adopción responsable.
Entre sus funciones clave se encuentran:
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Definir la hoja de ruta de IA.
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Gestionar talento multidisciplinar.
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Coordinar con CIO, CTO y responsables de riesgo.
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Representar a la empresa en debates regulatorios y sectoriales.
Más que un rol técnico, el CAIO es el arquitecto ejecutivo de la transformación basada en IA.
Una reflexión final
La tesis de Laszlo Beke es clara: no estamos ante un apocalipsis laboral, sino ante una reconfiguración profunda del trabajo. La IA está creando empleo, pero exige perfiles con pensamiento crítico, ética y capacidad de integración con el negocio.
La verdadera pregunta no es cuántos puestos desaparecerán, sino si las organizaciones están preparadas para atraer, formar y liderar este nuevo talento.







