El cibercrimen no solo avanza. Parece no tener límites. Ahora, el ransomware como a a las universidades en la mira.
En América Latina, las plataformas digitales han permitido ampliar el acceso a educación superior, llegando a los jóvenes de zonas marginada. Pero, a mayor uso de tecnologías disruptivas, el riesgo de sufrir ataques cibernéticos crece.
Por: Tomás Dacoba | Director de Marketing de Veeam para Latinoamérica
La digitalización continúa transformando, profundamente, el sistema educativo a nivel mundial.
Gracias a ella, las escuelas modernizan sus procesos administrativos y operativos, así como optimizan la capacitación de sus docentes, mientras brindan mayor flexibilidad académica a sus alumnos.
Asimismo, es común que las instituciones de educación superior contemplen modalidades de enseñanza híbridas y remotas. Para ello, aprovechan aplicaciones móviles y en la nube para fomentar la colaboración e interacción tanto en la labor docente como en las clases.
En Latinoamérica, las plataformas digitales han permitido ampliar el acceso a educación superior. De esta manera, han llegado a jóvenes de zonas marginadas que, de otra forma, verían truncado su sueño de estudiar una carrera.
También han aumentado la competitividad internacional, al facilitar opciones online que abren la puerta a estudiantes que viven en otros países.
En México, una reciente encuesta de la Asociación Nacional de Universidades e Instituciones de Educación Superior (ANUIES) deja ver que tres de cada cuatro universidades cuentan ya con procesos digitalizados o automatizados.
Campus virtual: la nueva cara de las universidades
Sobre esta base, más de la mitad de las instituciones de educación superior están acelerando su preparación para utilizar la Inteligencia Artificial (IA) en sus procesos.
De hecho, asignan a esto una alta prioridad en varios casos, tales como:
- Potenciar la docencia y calidad educativa (tema que obtiene una prioridad alta en el 65% de los casos)
- Optimizar el aprendizaje, su evaluación e, impulsar la investigación científica, el desarrollo tecnológico y la innovación (ambas con alta prioridad para el 57% de las instituciones participantes)
El problema es que, a mayor uso de tecnologías digitales y disruptivas, el riesgo de sufrir ataques cibernéticos también crece.
Como las universidades manejan una gran cantidad de datos sensibles son un blanco principal de los ciberdelincuentes. Nos referimos a data como:
- Información confidencial de estudiantes y personal catedrático
- Expedientes académicos
- Certificados
- Proyectos científicos
- Resultados de investigaciones
- Patentes, etcétera.
De acuerdo con Sophos, si bien la tasa global de ataques de ransomware en el sector educativo bajó de un año al otro (con un 63% de las instituciones de educación superior que sufrieron un ataque en 2024, versus el 79% de 2023), el daño que los incidentes tienen es más grande. Así:
- La tasa de ataques con cifrado de datos en este nivel educacional pasó del 73% al 77%
- Y los ciberdelincuentes están robando los datos en el 18% de los casos, para usarlos en chantaje y monetizar aún más los ataques.
Nuevo ciclo escolar, nueva estrategia contra el ransomware
Los ataques de ransomware no han dejado de crecer.
El Reporte de Tendencias de Ransomware y Estrategias Proactivas 2025 de Veeam, indica que:
- 21% de las organizaciones latinoamericanas, en general, reportaron al menos un ataque el año pasado
- 34% de ellos sufrió dos ataques
- 25%, tres
- Y el 20% cuatro o más
Las universidades no pueden detenerse. ¿Qué pueden hacer, ahora que comienza un nuevo ciclo escolar, para protegerse?
Tal protección incluye al ransomware, así como a otras vulnerabilidades que ponen en peligro tanto su valiosa información como su dinámica habitual.
Hay varias tareas que, si se llevan a cabo adecuadamente, ayudan a las áreas de TI y Seguridad de estas instituciones a mantener a salvo sus datos, al igual que la continuidad operativa, aun ante la inminencia de un ataque.
Además de tomar medidas como la implementación de sistemas de detección de intrusos y de autenticación multifactor (MFA), se requiere de mejores prácticas en relación con la actualización tanto de plataformas como de aplicaciones.
También es crucial contar con una estrategia enfocada en las personas, que incluya capacitación continua para alumnos, docentes y personal en general.
Tal formación de incluir cómo identificar amenazas, así como la importancia de contar con:
- Mejores prácticas de seguridad
- Campañas de sensibilización
- Promover el uso de contraseñas y autenticación, entre otros temas.
Igualmente, se precisa de simulacros que preparen a la comunidad universitaria ante la posibilidad de incidentes reales.
La tarea pendiente: protección de datos
Finalmente, pero no menos importante, a nivel de infraestructura tecnológica las instituciones educativas deben renovar sus estrategias de protección de datos.
Hoy por hoy y de cara al futuro, las soluciones tanto de respaldo como de recuperación ante desastres tradicionales no funcionan para hacer frente a las amenazas cibernéticas del siglo XXI.
Las medidas de las que hablamos en los párrafos previos no sirven de mucho si no se cuenta con un enfoque hacia la resiliencia radical. Es decir, que vaya más allá de la protección convencional de datos.
También debe brindar seguridad, remediación y libertad de datos, a través de un respaldo y recuperación inteligente, basado en Zero Trust.
Todo ello ofreciendo tanto visibilidad como analítica avanzada. Y debe ser inmutable.
El sector educativo es cada vez más dependiente tando de la digitalización como de las nuevas tecnologías.
Dado que la transformación digital seguirá avanzando, es fundamental que las instituciones tengan una base sólida de seguridad y protección de la información.
En este escenario, la resiliencia radical de los datos es un pilar que garantizará la continuidad del aprendizaje y la integridad de la comunidad universitaria del país.
¿Cómo? Al evitar que las actividades e interacciones puedan verse interrumpidas por las múltiples amenazas que nos acechan mundialmente.