Los CIO inadvertidamente han terminado por ser los custodios del activo más valioso de la empresa: la data.
En situaciones previas, cuando los inversionistas fueron a comprar los remanentes de Sports Authority y Radio Shack, los oferentes más fuertes no estaban interesados en su inventario de productos, sino en la data de clientes. También en el proceso de bancarrota del casino Caesar, los acreedores recuperaron más de US$1.000 millones a través del programa de lealtad Total Rewards, cifra mayor que cualquier otra propiedad del grupo.
Los inversionistas si entienden de data
Todavía los datos no aparecen valorizados en los balances de las empresas y la razón (o excusa) reside en un conjunto de estándares contables con sus raíces en la era de la Gran Depresión. Las reglas contables generalmente no permiten a las empresas reconocer y reportar el valor de su data. En la época previa a la digital, toda la data, bien sea en la forma de libros, revistas, hojas de cálculo, incluso las tarjetas perforadas era de naturaleza física. En esta época de Transformación Digital las prácticas contables “modernas” siguen apegadas al modelo físico.
Donde los contadores son pragmáticos, los inversionistas son oportunistas. Los inversionistas en su búsqueda de la ventaja competitiva han comenzado a favorecer a los negocios digitales, a los ricos en data e incluso a los expertos en manejo de data. No lo han solamente por el hecho de su potencial de rápido crecimiento, sino también por la data misma. Cuando Microsoft pagó US$26.000 millones por LinkedIn no lo hizo por su anticuado app o por el hardware donde este reside. Igual ocurrió cuando Facebook desembolsó US$22.000 millones por WhatsApp.
Si bien es cierto que algunos expertos consideraron que estos precios estratosféricos era para “obtener sus clientes”, los negocios que puedan generar los clientes y su lealtad debe ser ganados y no se puede comprar. Asimismo, los clientes tampoco pueden ser considerados activos, ya que las personas no pueden ser compradas ni controladas. Por otro lado, la data de los clientes – incluyendo transacciones, interacciones y perfiles – si puede ser controlada y vendida, por supuesto dentro de las regulaciones existentes. Por ello, la data se convierte en un activo clave para adquisiciones corporativas.
Esta preferencia y valoración de la data es válida para el mercado en general. Un estudio reciente, realizado por Gartner, detectó que en promedio el ratio de valor de mercado al costo por reemplazo de activos tangibles (conocido como el q de Tobin), incluso para empresas pre-digitales es dos veces mayor para aquellas que demuestran comprensión y experiencia digital.
El caso para el avalúo proactivo de data
Sabemos que no se puede administrar o controlar aquello que no se conoce y eso aplica a la falta de monetización de la data. La no valorización real y potencial de la data de la empresa puede llevar a autocomplacencia en la forma es que se le gobierna, integra y se hace asequible. Esto a su vez disminuye la habilidad para generar beneficios económicos de dicha data. Los ejemplos arriba mencionados son buenas lecciones para revertir esa situación. Avaluar la data, antes que los acreedores obliguen a que se realice, puede permitir identificar y generar flujos de valor nuevos e innovadores que ayuden a la empresa en un futuro.